io de bodas, se suponía que se
ción, una foto en mi teléfono, mi esposo Ricardo y su asi
rohibido. Y ese juego soy yo", leí el mensaje y mi mundo se vino abajo mientras seguí
resonaron en mi hogar, y mi pequeña Lucía se det
icardo, ya sabes que a mí el mole no me gusta. Se m
ce a Valentina", ordenó Ricardo,
dí: "No hay. Hice de mole, tus favorit
ozando todo, salpicando mole en Lucía y en mí, y nos encerró en la
on el olor a mole y humillación impregnado en nosotra
abía matado
risas crueles de Ricardo
la. Y tú y tu mamá se irán a la calle, que es
café caliente en el brazo. Ricardo entró, y e
er a tocarla!" , grité,
le anuncié. "Quiero el divo
s a quedar aquí. Tú y ese estorbo. Y voy a
a entregado un acuerdo de divorcio legal entre sus docu
l momento perfect
de Valentina, la pateó, y esta la empujó, haci
rotó de su sien y e
TE, VALENTINA! ¡LO JURO!",
: "¡Ricardo, mi amor! ¡Ayúdame! ¡Esta niña salvaj
ué demonios hicis
"¡Lucía no se mueve, Ricardo! ¡Ten
hospital. Pero con una condición. Píd
one por haber criado a una hija tan agresiva. O la dejo
lé, la humillación qu
ntina. Te ruego
e sincero. Valentina quería tamales de dulce, ¿recuerdas? Vas a prepararl
veneno de mi odio mezclándose con e
diferente, entró en páni
de su propia violencia, y un
y yo, susurró: "Perdóname, Sof
dimirse, pero Lucía, con una frialdad adulta, lo rechazó: "No
ega. Mi papá no deja que esa mujer m
cardo? ¿Lo de ayer, o lo de hace años
cho que Lucía no era su hija, su silencio c
una prueba de paternidad que
icía para denunciarla por agresió
ones, pero Ricardo, ya sin nada que
nos esperaba en casa. "Lo
Solo venimos por nues
o palidecer. Era el acuerdo de
arregla con dinero, Ricardo", le dije. "Hay cosa
mos, dejándolo sol
reguntó: "¿A dónde
empezar de nuevo". Y por prime