repudio público fueron un de
capital como una plaga, susurrada en los merca
rsante" , "la Mujer A
sirvientes que antes inclinaban la cabeza ahora me mir
ada con maestría por Citlali y permiti
el patio principal, Itzcó
mirada recorriéndome de pies a
eran. "La mujer que habla con los dioses, ahora
e risas crue
a no reaccionar, a no darle l
né la cabeza y es
irritarlo más que
eran cuidados con esmer
lazadas por jarrones vacíos, y las antorchas a menudo se dejaban sin
de Citlali, pequeñas crueldades
virtió en otra f
traían las sobras frías de la cocina de los sirvient
que solía admirarme, dejó la band
ro y un guiso aguado con trozos
era naus
o tú" , dijo con una mueca de
s entrañas, pero la
agar cada bocado seco mientras las lá
no les darí
quiebre lleg
ncontrar un poco de paz, cuando Citlali apareció, vestida con un
goteando falsa compasión. "Te
plemente seguí m
en mi honor" , continuó, acercándose. "Dice que mi
ado, su perfume floral
pero supongo que alguien tiene que
on una raíz y se lanzó hacia mí,
el suelo, soltando un
la muñeca como si estuviera rota. "¡M
nte, una obra de teatro
cado, Itzcóatl apareció corriendo desde el otro
ia ella y apartándome de un empujón
acunándola como si fuera un
a hecho est
escondiendo su rostro en su pecho. "Y ella... ella me dijo que
a me miró, su juici
huracán, ciega
dias!"
eron al instante, su
r, ya he tolerado dema
el suelo, sus manos como ga
ientras acariciaba el cabello de Citlali. "Sé que le teme a la oscur
zón se
debilidad, se lo había confesado, creyendo q
mi mayor mied
entes, que pase la noche con las únic
o y paralizant
oscuro bajo el palacio, un lugar usado para eje
e muerte, una muert
sa de triunfo en el rostro de Citlal
la oscuridad
idad, y aterricé con un golpe se
a total, el air
onces
sis
, el sonido de cuerpos escamoso
había reprimido durante tant
temblando incontrolablemente, cada siseo
terror abrumador, alg
ra
iente y pura que
habían he
ombre, mi honor, mi fa
ra que muriera de miedo, para que
para rendirme, sino
ju
no ante la oscuridad que me rodeaba y
a a esa noche, Itzcóa
te rápida, eso
tan lento y profundo que des
la agonía de la sed, el terror de ver
ente lo que yo se
ría allí
espectadora pasiva de
rquitecta
me devolvió a la realidad, pero el pánico
a acababa