studio de grabación, normalmente su santuario, se sentía viciado. Sabía que tendría que enfrentarse a
roductores, amigos de Ricardo, entró en su estudio. Uno de el
cardo te va a llevar a la gala de la disquera Vargas. ¿Ya sabes qué te vas a poner? Porque,
en su pecho, caliente y amarga. La habían etiquetado como una arribista, una chica
ó. Vio la escena y frunció el ceño
arecía de verdadera convicción. Se acercó a Sofía y le puso una m
quemara. Lo miró directamente a lo
en voz baja, pero con una dureza que lo sorprendi
iaron. "Nada, mi vida. Ya sabes cómo son. Les gusta mole
onstruido esa narrativa, la había pintado como una nadie para que su "gener
. Se dio la vuelta y volvió a su tr
control. "Oye, esta noche vamos a cenar a ese lugar
" , respondió e
aje. Antes de que Ricardo pudiera tomarlo, los ojos de Sofía captaron el nombre en la pantalla: "Elena" . Y debajo, una vista prev
a. Sofía sintió que un hielo se extendía por sus venas, apagando el
ó rápidamente en su bolsillo, su cara
encia con Elena. Tengo que ir a su estudio. Vuelvo en
adora. El hombre al que había amado, por el que había conside
léfono sonó de nuevo. Era otro mensaje de Elena, sin duda destinado a Ricardo pero enviado a ella por error o, más probablem
correo electrónico y escribió una carta de renuncia corta y profesional, di
caminó hacia la oficin
voy" , dijo
ndido. "¿Cómo que te
. Vuelvo a cas
sco? ¿Pero... y tu trabajo? ¿Vas a dejar to
a sonrisa genuina, aunque teñida de ironía. "Sí. Algu
era uno de los pocos que conocía l
dea de con quién se ha metido" , s
me y llena de una nueva fuerza. "No la t