nunca. Fui al baño y me miré en el espejo. Era yo, sin las heridas, sin la sangre, sin la humillación grabada en mi rostro. Pero mis ojos eran difere
cusación de abuso de mi propia hija, el desfalco inventado por mis padres. T
formaban parte de ello. ¿Pero por qué? La pregunta que
rado en pánico. Llamé a Carlos, él sugirió que un poco de sol y aire de mar le harían bien, que no canceláram
e filmado allí. Las acusaciones se hicieron allí. Si evitab
oz alta, la decisión resonando
arlos. Estaba en su estudio,
i voz. "Sofía Jr. tiene mucha fiebre. No creo que sea
e casi escuchar sus engranajes
una calentura. Dale un poco de paracetamol. El
amente. En mi vida anterior, su despreocupación me
ta. Voy a llevarla al Hospital Ángeles ahora m
ediatamente llamé a mis padres para informarle
tás segura? Ricardo y yo ya estábamos listos pa
tante que unas vacaciones pagadas
lpable. Estaba alter
sar a una niña inocente de esta manera? Mientras la sostenía en mis brazos, la miré de cerca, buscando cualquier
ue era una infección viral fuerte, nada grave, pero requería observación. Sentí una oleada de
a después. Sus rostros eran una mezc
ra nada", dijo Carlos,
sí que aquí nos quedaremos", respondí con fir
en que mi madre evitaba mis ojos. Antes no habría notado nada. Ahora, cada gesto
de Sofía Jr., fingiendo leer una revista, pero sin perder de vista a mi familia. Se sen
ra de Sofía Jr. de nuevo, sonreí por dentro.
hospital era silencioso, un santuario de calma. Por primera vez desd
la tormenta. Qué ingenua fui. La tormenta no se había disipad