ando mi guitarra. No me saludó. Simplemente se paró en la puerta, c
saques tus cosas de mi habitación hoy mismo. Puedes
do desalojada, desterrada a la parte más lejana de la casa para hacerle espacio a mi reemplazo. El
" respondí, mi
Esperaba lágrimas, gritos, una escena. Quería disfrutar de
rme públicamente antes de desecharme. Quería que todos en la hacienda, desde los sicarios hasta el personal de servicio, vieran cómo la poderosa Ximen
ose más duro. "Sofía es una chica delicada. No quie
is libros, mi música, las fotos que habíamos tomado, los regalos que me había hecho en los
con una calma q
tú digas
, pareció pensar que iba a suplicar o a confrontarlo. En su lugar, pasé
palpable. Me sigu
i espalda. "¿'Lo que tú digas, Diego'? ¿Despué
uerta de la habitación
car en tu boda? ¿O que te felicite por encontrar a alguien 'puro'? Ya dej
adiendo mi espacio personal. Su olor, una mezcla
ómo funciona este mundo. Ambos lo construimos. No hay lugar pa
baja pero firme. "No me diste nada que no me hubier
a en su cara. Escuché un golpe sordo, su puño contra la mad
o con tristeza, sino con una eficiencia fría y metódica. Metí mi ropa en maletas, sin doblarl
egalo que Diego me dio: una sencilla medalla de plata con una guitarra grabada. La tomésu voz llamándome
mi palma. Caminé hacia la ventana, la abrí y, sin dudarlo un se
a declarando la guerra. Cada caja que cerraba, cada recuerdo que desechaba, era un paso más en mi plan. Él quer