radas curiosas y los susurros. Carlos y Elena la seguían a una distancia prudente, sus r
dera oscura parecía absorber la luz, y un silencio antinatural envolvía el
resp
pear, más fu
isma. "Como jefe de justicia, no deber
do una figura casi paternal para ella. Pero no sintió nada. Un vacío total. Era com
n retiro... p
entonces estaba aún más sola de lo que pensaba. La conspiración era más p
a, det
venían solos. Detrás de ellos había una multitud de abogados y personal judicial, sus ros
con un respeto forzado. "El Juez Principal ordenó expl
ía enfrentarlos a todos. Intentar forzar la entrada solo la haría parecer culpable
ceder. P
una sonrisa de resig
su voz sonando de
levantando el "Libro de los Casos
ibro de casos, quizá
por una fracción de segundo antes de qu
onfía en mí, lo
libro, pero Sofía retrocedió un
tía. "Te lo daré esta noche. Todavía tengo algunos casos
de Carlos fue evidente, au
u tiempo", dijo él, rec
a con llave y se apoyó en ella, su corazón latiendo con fuerza. Miró el "Libro de los Casos Perdidos" en sus manos. Este libro era la fu
ue cayera en sus manos. No de nuevo. Pero tampoco
puso ambas manos sobre la cubierta de cuero. Reunió toda su fuerza, todo su poder,
os, una luz tenue emanó de él y luego se desvaneció, dejándolo inerte. Frío. Vacío. Un simple objeto de papel y cuero, s
Sacó un libro nuevo, de páginas blancas y cubierta sen
reconocen como dueña", susurró
ra sin poder, a Carlos y Elena. Ellos lo tomaron con sonrisas triun
on un gesto sutil de su mano, susurró una palabra de poder. Un hechizo antiguo, un sello de
. Llevaba consigo el nuevo libro, lista para llenarlo con la esencia pura de la justicia, una justicia forjada no en