ico teatral. Sus ojos se abrieron de par en par y se llevó
atar de un disgusto! ¿Quieres que me muera sola en
ía funcionado conmigo. Pero esta noche, sus palabras eran
a usado la culpa para salirse con la suya. Recordé cómo enfrentaba a mis cuñadas conmigo, contándome a mí los defect
recio exorbitante. Y ella, en su arrogancia, estaba tan segura de mi lealtad inquebrantable que ni siquiera s
"No quiero que te mueras. Simplemente, ya no quier
parecido, reemplazado por una ira fría y dura.
agudo y restallante
LA
cabeza se girara bruscamente. Un dolor agudo explotó en mi cara y vi
sin aliento. Nunca, en toda mi vida, m
ra nada comparado con la conmoción de la agresión. Ese golpe no solo me habí
se rompió y se reconfiguró de
ecé a
en una carcajada fuerte, casi histérica. Era la risa de alguien que fin
rimas corriendo por mi mejilla abofet
asustarlos más
a los ojos. Su rostro estaba pálido, quizás ahora d
anos, que me miraban con una
tengo h
ca!", gritó Ricardo,
una silla. Miguel se unió a él, y sentí un golpe agudo en las costillas. No fue un puñetaz
otro golpe en la espalda. Jorge y Mateo gritaron mi nombre e int
iguel al oído. "¡No vuelvas a
e diciembre. Caí de rodillas en el pavimento húmedo
rró de un porta
con el cuerpo dolorido y el corazón hecho pedazos. Per
ert