una corriente eléctrica de anticipación vibraba bajo la superficie de las sonrisas forzadas y los abrazos tibios. Yo, Elena Torres, a mis cuarenta y tantos años, me movía por l
ermanos Ricardo y Miguel, y sus familias. Los veía de reojo, sus rostros eran un espejo de mi propio agotamiento. Durante años, cada fiesta, cada em
a?", la voz de mi madre cortó el air
secándome el sudor de la fr
rendido a sostenerse por sí mismos porque mamá siempre estaba allí para amortiguar sus caídas, para invertir en sus negocios fallidos y para pagar sus deudas con el dinero que yo a menudo le prestaba. Pa
cía espléndida. El pavo en el centro, los romeritos, la ensalada de manzana, todo como
o la atención de todos. Su rostro tenía esa expres
haciendo más joven. He decidido que es momento de empezar a poner
nudo en e
con adoración. "La casa de la colonia Del Valle ser
n suficiencia, lanzándome u
hacia el otro. "Para ti será el departamento en l
de Miguel, casi ap
i sobrino, el consentido hijo de Ricardo. "He puesto un fondo de
queridas nueras, y para la prometida de Diego, estas joyas de la
etes de oro que brillaban bajo la luz. Hubo excl
labios. El nudo en mi estómago se apretó hasta doler. Esperé.
por un instante pensé que había olvidado.
..", comenzó
la res
empre cuidarás de mí. Cuando llegue el momento, vendré
a. Fue una declara
mi mirada, ocupados admirando sus imaginarias nuevas propiedades. Mis cuñadas se probaban las
darla, después de una vida de ser ignorada y utilizada. Después de sacrificar mi tiempo, mi dinero y la atención a mi propio
cabeza. Sentí cómo algo dentro de mí, algo que había estado agrietado durante años, finalmente se
n
m
aca