img El Amor Que Destruyó Todo  /  Capítulo 3 | 36.36%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1116    |    Actualizado en: 08/07/2025

cialités, todos orbitando alrededor de don Emilio y Ricardo. Yo me sentía como un fantasma en mi propio funeral, un accesorio en el brazo de mi verdugo.

osa prometida, el futuro de la arquitectura". Cada palabra era una burla. Yo asentí

la barra cuando Sofía se acercó, con una copa de

nte a nuestro alrededor pudiera oírla. "La huerfanita caída en desgracia,

ultante. El vino tinto voló por el aire y aterrizó de lleno en la parte delantera de mi ves

y risitas mal disimuladas. M

fía, fingiendo horror. "¡Qué

ló" y me empujó con fuerza. Perdí el equilibrio y caí hacia atrás,

me sujetó con demasiada fuerza. Su mano se d

oído. "Conmigo estarás más segura. Un

elando unos dientes amarillentos. El pánico se me

té, mi voz más alta

do, buscando ayuda, pero él solo me miraba con fría desaprobación, como si yo fuera la culpable de todo. Don Emilio, desde el otro lado del salón, ob

pulento. "¡Esta es una fiesta decente! ¡No

a la salida. Me echaron a la calle como a una delincuente. La humillación era total. Me quedé

Sofía. Salió a la acera y se paró frente a mí, su sonri

he, Lunita?", preguntó,

ico que pude articular

ón. ¿De verdad crees que alguien como tú podría competir co

rupto," siseé, la ra

Ricardo lo aplastaron como a una cucaracha. Se quedaron con sus proyectos, su reputación, todo. Y tú... tú fuiste la cereza del pastel. Ricar

a casi insoportable. Sentí que algo dentro de mí se rompía definitiv

orrar esa sonrisa de su rostro, hacerla pagar por el d

llegué a

vo se clavaran en cada músculo de mi cuerpo. Grité, un sonido ahogado y gutural, y caí de rodil

pequeño control remoto, y supe, con una certeza aterradora, que él era la causa de mi agonía. No era magia, era tecnología. Algún

ofía a levantarse, tratándola con una delicadeza que nunca me había mostrado a mí

do. "Estoy bien. Solo es

nes nada. Eres un peón, y harás lo que yo te diga hasta que obtenga lo que quiero. Cuando haya firmado los derechos

la acera. Quedé allí, tendida en el suelo frío, viendo cómo Ricardo se llevaba a Sofía de vuelta a la fiesta. La última imagen q

mi corazón se convertía en una piedra. Ya no había amor. No había tristeza.

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