escándalo de corrupción nos golpeó como un huracán, arrastrando el prestigio que mi padre, un arquitecto honorable, había construido durante toda su vida. Su corazón no lo so
rdo, mi prometido, fue mi roca,
creí
o del sector. Era un gesto de su amor, una forma de rescatarme del naufragio. Él decía que juntos reconstruiríamos nuestro futuro. El anillo en mi dedo brillaba bajo la luz de la lámpara, una promesa de que lo peor ya había pasado. Sob
encioso de la planta ejecutiva, el mármol frío bajo mis zapatos. La puerta de su oficina estaba entreabierta, y de
traña inquietud m
io. Justo lo que necesitábamos para ganar
, pero la respuesta de don E
sa seca. "Los Rojas siempre tuvieron buen gusto, lástima que n
n los pulmones. ¿Fáci
udando, que este trabajo es su salvación. Está tan agradecida que me daría hasta su alma si se la pidiera. Ya me dio los planos de
Cada palabra era un golpe sordo en mi pe
ulo. Arruinar a los Rojas fue una obra maestra. Orquestar el escándalo, filtrar los documentos falsos a la prensa, culparlos de usar materi
ido una mentira. Una trampa orquestada por el hombre que me había consolado en el
mi cabeza como un torbellino: mi padre, pálido y derrotado en su despacho; mi familia perdiéndolo todo; las noche
?", preguntó Ricardo
cias, pero no dejes que te distraiga. Tu objetivo es claro: casarte con Luna. Una vez que firmes el acta de matrimonio y t
a, y yo era la llave para lograrlo. La confianza, el amor, la esperanza que había depositado en Ricardo se pudrieron en
a sus premios, había una caja de terciopelo azul. La reconocí. Era de una joyería exclusiva, la misma donde Ricardo me hab
ablando de contratos y sobor
s para ti... No, Luna no sabe nada. Es
sma voz dulce qu
e Obra, un hombre leal a mi padre que se había quedado sin nada. Y Ricardo, con una expresión de falsa pena, me habí
eno era un lujo. Pero un colla
io mi palidez, mis ojos fijos en los suyos, la forma en que mis manos estaban apretadas en puños. Su mirada se desvió hacia mis pies, donde sin darme cuent