en la pared, era un testimonio de una mentira. Comencé a empacar. No con la prisa desesperada de la noche anterior
uerta se abrió. Era Ricardo. Su rostro ya no mostrab
reguntó, viendo la malet
respondí,
a vez con más suavidad, pero aun a
re funcionaba conmigo. "Sé que ayer me pasé. Estaba estresado, la presión de l
erfecta. La mirada arrepentida, la voz suave. Por un s
toda la mañana. Dijo que tal vez debería irse
a cocina parpadeó en mi memoria. ¿Llorando? Qué actriz
ste?" pregunté
í. Es tu hermana,
definía. En ese momento, supe que cualquier intento de
una calma que lo sorprendió.
? ¿Estás terminando conmigo? ¿Una semana
respondí, volviendo a mi m
siento. ¿Ok? Siento lo del brindis. Fue estúpido. Estaba tratando de poner celosa a
el coche sin preguntar, me dejó helada. Ni siquie
de 'luz de luna'? ¿Eso tam
puso pálido
oz temblando ligeramente. "Y vi la g
cara. Se quedó sin palabras. La verdad
esde la adolescencia. El mismo aroma que siempre había asociado con seguridad y hogar. Ahora, m
abíamos dormido, los recuerdos que flotaban como fantasmas, todo estaba impregna
gando al inodoro antes de que mi cuerpo expulsara el desayuno que apenas habí
ta del baño, su rostro una
voz con un borde de irritación. No había preocupació
oca en el lavabo. Lo miré a través del es
iendo con dificultad. "Tú, ella, esta casa, esta
de resignación, tomó un poco de papel y comenzó a limpiar el suelo junto al inodoro. El gran Rica
dejándolo con su desorden. Volví a mi maleta y
iendo porque el desorden lo ofendía, porque rompía la ilusión