bía vendado torpemente con lo que encontré en el botiquín. Bajé a la cocina del departamento en busca de
, bebiendo café de mi taza favorita. La escena era t
tidio, como si mi presencia fuera una molestia. "Tenemos
Lo miré, incrédul
o, sé que estás sensible, pero salir corriendo así
co. "Tú. No te atrevas a habla
contra el suelo. "¿Qué viste? ¿Viste cómo consolaba
robó el collar de mi abuela y me culpó a mí. Dejó de serlo cada vez que saboteaba mis proyectos de l
emás. Mis padres, siempre distantes, la habían adoptado cuando éramos niñas y desde el principio la
u rostro a centímetros del mío, sus ojos oscuros po
miento no cuenta?
ba lesionada. Un grito de dolor se me escapó. Fue la primera vez que Ricardo me ponía una mano encima con ira. El
iseé, tratand
isculpa a Isa
ena con una pequeña sonrisa de triunfo en sus labios, una expresión de
un
intensificó. Vi puntos ne
"Siempre aferrándote a mí, siempre necesitándome. ¿Crees que no
una verdad retorcida, diseñada para tocar mis inseguridades más profundas. Porque una
ntí al caer la noche anterior. Era como si estuviera reviviend
atrás, chocando contra el mostrador de la
eta y me había raspado toda la rodilla. Ricardo corrió hacia mí, me ayudó a levantarme, limpió mi herida con su propi
Mi héroe. Mi salva
go. No había nada. Solo un extraño con un rostro familiar, un
za se convirtió en hielo. La chica que lo amaba, la que lo
mi muñeca era un fuego sordo, pero el dolor en mi alma
salvar. Ya no había n
uedaba