por un instante. Su ira, alimentada por las
tás castigada. Arrodíllate ahí, en esa esquina, hasta que yo te d
arrodillé sobre el frío suelo de madera. El dolor en mi cabeza se
la con mi humillación. Pronto, escuché las risas de
aqueña está cas
a la señorita Sofía
semana llevará a la señorita Sofía a Valle de B
e mi amor. Me abracé las rodillas, tratando
el pánico pintado en su rostro, me cargó en brazos durante diez cuadras hasta nuestro pequeño apartamento. Limpió mis heridas con una de
había transformado en este monstruo frío
abía cambiado. O quizás, simplemente
las cocineras más antiguas, Doña Elia, intentó defenderme cuando Gael me gritó po
mente, cuando la casa quedó en si
tro lleno de angustia. "Vá
ernas estaban entumecidas y a
a. Mis libros, mis bocetos, mi ropa... muchas de mis cosas ya no estaban. So
radicional que mi abuela y yo habíamos tejido y bordado durante un año entero. Era para mi
era suave, los colores vibrantes. Ca
ación. Con manos temblorosas, saqué un
d
vorando los hilos de colores, convirtiendo los sueños en humo y
quemando el pasado. Estaba dest
nios estás
de incredulidad y furi
s llamas bailaba en mi rostro, iluminando una expresión que él nunca
a vuelt