obligó a salir al día siguiente. Tenía una cita importante: la prueba de su vestido de novia. Nada,
stidos de diseñadores europeos. Había encargado el suyo desde España hacía mes
. "Señorita García, qué alegría verla. Su vestido
aniquí. Era perfecto. De corte princesa, con un corpiño bordado de cristales y una falda voluminos
yuda de una asistente, la puert
tido!", exclamó una vo
orazón se hundió. Er
lada en sus ojos. "Vaya, vaya. Así que la mentira cont
enta", dijo Sofía, su voz te
a sonrisa condescendiente. Se volvió hacia Alejandr
con una expresión indescifrable. "Camila,
una niña malcriada. Se acercó a Sofía, su
iño y tiró con todas sus fuerzas. Se escuchó el sonido desgarrador de la tela rasgándose. Al mismo tiemp
itó Sofía, trat
vestido, dejándola semi expuesta. La amiga no paraba d
mo un trueno. Agarró a Camila del brazo y
itó Camila. "Y asegurándome de que
ique y varios empleados entraron co
gritó la dueña, horrorizada al ver el
Alejandro intervino. Se paró frente a la due
. Sacó su chequera. "¿Cuánto cuesta el vest
bió el cheque sin pestañear. Luego se volvió hacia Sofía, que se habí
llena de desprecio. "Siempre eres el c
la, encontrando su voz. "¡Ell
e estás obsesionada conmigo y que harías cualquier cosa por llam
todos, fue la gota que colmó el
quebró por las lágrimas. "¡Lo único que quiero es que me dejes en paz! ¡Cásate con ella, vete al i
del suyo. "Pruébalo. Demuéstrame que ese prometido tuyo
ración, esperando el siguiente movimiento en esta batalla campal. Sofía lo miró, s