do. Ahora, confinada a una silla de ruedas, la casa se sentía como una jaula dorada, diseñada por mi propio carcelero. Ricar
retando su papel
dormitorio, mi amor", me dijo una tarde, mientras me empujaba por el
dulce me revolvía el estómago. Cada palabra suya era una capa más de la men
a, y no venía solo. De su mano, un niño pequeño lo miraba todo con ojos curiosos
me heló la sangre. "Quiero que conozca
go miré a Ricardo, esperando ver una pizca de vergüenza, de arrepentimiento. No había nada. Solo una determinación f
nuestro primer aniversario, el que yo guardaba en mi joyero como mi tesoro más preciado. La comprensión me golpeó con la fuerza de una bofetada. No era solo una aventura. Él habí
al. Era Camila. Vestía un elegante vestido de verano, su cabello perfectamente pe
melosa y desafiante. "Soy
do disculpas. Estaba reclamando su lugar,
ra que tanto me había cost
a por el dolor y la rabia. "
reacción fuera un berrinche infantil
ñalando la puerta con una mano temblorosa
la mano y guió a Camila hacia la salida. Pero cuando estaban en el pasill
a la ha dejado muy sensible. No entiende lo q
jer desequilibrada por la tragedia. Apreté los puños sobre el
la estantería más alta desde mi silla. "Calculé" mal la distancia y, con un movimiento brusco, tiré un
habitación, con el rostro llen
rrodillándose para recoger los pedazos. "No debiste intentar hacerlo
a, con los ojos lleno
. "Solo quería... se
acariciando mi brazo. "Tú descansa
dependiente, más inofensiva. Y eso era exactamente lo que necesitaba para poder llevar a cabo mi plan. Dejaría que me subestim