perfecto, Ricardo me sonreía desde el otro lado de la mesa, celebrábamos nuestro aniversario de bodas, y la luz de las velas hacía brillar sus ojos de una
icardo, y el impacto brutal contra cada escalón de mármol. Mi cuerpo rodó sin control, y lo último que sentí antes de que
uz blanca y fría de un hospital me cegó por un instante. Ricardo estaba a mi lado, con el
rró con la voz rota. "Gracia
dominaba mis oídos. El mundo se sentía lejano, como si lo viera a través de un velo de agua
l principio eran un murmullo indistinto, pero poco a poco se hicieron má
oz de Camila, su amante, una voz que yo conocía muy bien po
ngustia que me había mostrado minutos antes. "El doctor lo confirmó, el aborto fue..
o. Aborto. Parálisis. Plan. Las palabras rebotaban en
ió Camila. "¿Y si alguien sos
fectamente creíble. El doctor ya tiene su dinero, el informe dirá lo que yo quiera que diga. Con ella paralítica y
me lo habían arrebatado. Ricardo, mi esposo, el hombre que juró amarme y protegerme, había planeado la muerte de nuestro hijo para asegurar el
una expresión sombría. Ricardo se apresuró a volv
les que, debido al traumatismo de la caída, el e
eran un eco hueco de la
olumna es severa. Hay un daño significativo en la médula espinal. Me temo que... me temo
jilla y el asco me revolvió el estómago. Cada caricia era veneno, cada palabra de consuelo una burla. Mi bebé estaba muerto
a rota y sola. Pero no me iba a rendir. Si ellos creían que estaba paralítica, si creían que me habían vencido, usaría esa creencia en su contra. F
ví a escuchar a Ricardo hablando por teléfo
es la coartada perfecta, nadie dudará de una pobre inválida. Ahora solo tenemos que se
o helado que consumía mi dolor. Ya no quedaban lágrimas, solo una determinación de hierro. Él no solo había matado a mi hijo,
n, moviéndose con sigilo. Se acercó al
, preguntó Ricardo, su voz car
, respondió el médico, cómplice de la farsa. "El inform
ultado en el bolsillo de la ba
donde me propuso matrimonio, la casa que construimos juntos, las noches que pasamos eligiendo el nombre de nuestro bebé. Todo había sido un escenario, y yo la actriz principal de una tragedia que no sabía que estaba p