img La doble prometida  /  Capítulo 4 La Noche Que Todo Cambió | 30.77%
Instalar App
Historia

Capítulo 4 La Noche Que Todo Cambió

Palabras:1151    |    Actualizado en: 02/07/2025

y las cortinas pesadas. Mía estaba sentada en el borde de la cama, sosteniendo en sus manos un vaso casi lleno de whis

aplasta cualquier atisbo de orgullo, Lara le había dejado instrucciones claras: "No tendrás que tener int

udar. Pero ahora, mientras observaba a Héctor servirse otro trago con un

sorbo. El alcohol le corría por la garganta, pero él no mostraba señale

con una sonrisa ladeada, mirando el vaso en

nque sabía que aquella mentira se vol

bajar la guardia, sus palabras se volvían más relajadas y su cuerpo, menos rígido. P

funcionando, que pronto él estaría

r abrió los ojos de repente, y una

n voz profunda, casi un su

allado. Él estaba despierto, y esa pequeña griet

ier indicio de verdad o mentira. El silencio

, Mía? -insistió con

esto de incomodidad. Se llevó una mano

a... -dijo con voz tembloro

o. Cerró la puerta tras de sí con un golpe seco, apoyándose contra la madera fría mien

irse, que esa noche terminara sin más preguntas, sin más verdades desveladas. Pero el miedo la at

. Su respiración era rápida, entrecortada, como si intentara expulsar un peso invisible que le oprimía el pecho. Cada segun

tación. Unos minutos más tarde, sus pasos se apagaron lentamente, como si se hubiese rendido y regresad

lejaba era una extraña: ojos cansados, boca tensa, piel pálida. Aquella máscara que

rmitirse una falla, no ahora que la verdad se acercaba como una sombra im

onde Héctor dormía plácidamente, su rostro relajado, vulnerable. Por un instante, Mía des

imposible. La noche a

rse en el borde de la cama, aún temblorosa. Miró de reojo a Héctor: su respiración era

s que Lara le había susurrado días atrás, jus

miento del hotel. Solo debes aguantar has

desgastado hasta el hueso. Mía se levantó con cuidado para no hacer ruido. Cada crujido

levaba lo justo: ropa sencilla, algo de maquillaje para borrar los rastros de Lara de su rostro y un peq

a su lado. Durante un instante, sintió una punzada de culpa, casi un deseo de inc

a: el velo, el perfume caro, la prótesis ligera que moldea

ban a romper la negrura de la noche. Pronto la ciudad desp

vez el anillo que todavía llevaba puesto. Lo deslizó con cuidado de su

-repitió en su me

scensor era un latido atronador en sus sienes. Afuera, en el estaci

o de terminar. O quizá,

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY