segundo aniver
ue había preparado con esmero ya se había enfriado. La luz de la
no estab
ar. El corazón de un hombre siempre se inc
ue oprimía el pecho. Cada tic-tac del reloj de
onido estridente. Me acerqué a la ventana y miré la ciudad il
ía seg
o una pequeña parte de mí, una parte tonta y esperanzada, deseaba encon
n el ascensor privado, el corazón latiéndome con una mezcla de
nces l
isa genuina y despreocupada que no había oído en mucho tiempo. Su mano estaba en el cabello de Sofía, acariciándolo
perfecta, una imagen qu
aliento. Mi mano, que había estado descansando protectoramente so
de ese pasillo, tomé una decisió
me di la vuelta y me marché, m
stro matrimonio había sido un acuerdo, un contrato para salvar el negocio de mi padre. Ricardo, un abogado brillante
labras. Pero poco a poco, con mi cuidado y mi paciencia, las cosas empezaron a cambiar. Empecé a prepararle el de
habitación y no se fue. A partir de ahí, nuestro matrimonio de conveniencia se transformó. Me enamoré de la
entía la mujer más afortunada del mundo. Había logrado
e Sofía
a y aparentemente arrepentida. Su regreso fue como una tormenta que arrasó con la frágil paz que habíamos construido. Rica
. Sofía se acercó a nuestra mesa, fingiendo sorpresa. Llevaba un vesti
hablado tanto de ti," dijo Sofía, su vo
había un pequeño sonajero de plata que le había comprado a nuestro
también," respondí, mi voz m
internos que yo no entendía. Me sentí como una extraña en mi propio matrimonio. Ricardo, e
é. El momento se había arruinado. El sonajero de plata se sentí
tos en su oficina, entendí que
l creer que podía comp
o un consuelo conveniente. Sofí
tro de mí, no iba a permitir que nos