bodas, y mi corazón, aunque roto, a
o a mi esposo, Ricardo, en la mesa
l nunc
su primer amor, su mano acariciando el cabello de e
verlos tan íntimos, y mi mano, que prot
ese pasillo, la verdad me golpeó: y
erdo para salvar el negocio de mi padr
la reaparición de Sofía lo cambió to
ató como una extraña, monopolizando a Ricardo mientras yo guardaba el
nuestra casa, fingiendo mareo, y Ricardo me ordenó que l
rdo," pensé, pero él so
ra solo un acuerdo, que Sofía er
de Ricardo había llegado tan lejos me causó una decepción
os anónimamente: él y Sofía en batas de baño, riendo, besándose, con un
zos, el futuro que soñé
mi hijo fuera la seg
y los dejé sobre su almohada