silencio de la funeraria. Miré a mis suegros, sus rostros pálidos b
a y torcida se di
todos. Arrancó cada flor del jardín, selló cada grieta de la casa. No dejaba que
ante en que fuimos una familia, do
te, las precauciones eran 'exageraciones' . El jardín se llenó de ro
eves. Dos veces tuvimos que correr al hospital. Las do
" me dijo con indiferencia la última vez, como si eso fu
ón haciéndose más y más débil, sus pequeños dedos arañando su cuello, la mirada de pánico y confusión en sus ojos mientras su propio cue
funeraria se acer
hemos preparado al n
incapaz
a cubierta con una sábana. Debajo, sabía que la piel de mi hijo toda
ar maquillaje para cubrir las marcas? No quiero que se vea como si hubiera su
aferrarme a ella. Necesitaba creer que podía borrar su dolor, aun
o volvió a sonar. Era Ricardo. Apreté el botón de contes
"Estoy harto de tus juegos. Sea lo que sea que estés haciendo con Pedrito, y
or Vega apretó con tanta fuerza su bast
dije, mi calma era una capa de
na carcaja
ramático y problemático que tu hijo. ¡Tal para cual! De tal palo, t
nuestro hijo yacía a pocos metros de mí, fue tan extrema
sto que le diste a Sofía? Ella es delicada, está embarazada. Podr
Vega no
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