él había relegado a los rincones más remotos de su mente, sin permitirse siquiera pensarlas en la realidad. Y en sus ojo
ta se cierr
sin apartar la
hila a un lado. Lentamente deslizó la lengua po
os. Muéstrame tu po
abellos... ¿Te
ó la mesa y se arrodilló. - ¿Quieres que
e-e, Ga
ó. Él me lo ordenó. Solo
l es
o que quieras, y creo que ahora mismo quieres que te chupe. Pero si quie
la, - le
mo dig
no jugueteaba con sus cojones. Él eyaculó en menos de cinco minutos: a esa dulce comunión de s
le los testículos, y luego tomó cada uno de ellos en la boca. A pesar del dolor, a él ni se le ocurrió detenerla: se sentía tan bien. Su miemb
ntinuó
ansas? - pr
respon
ue pueda aca
lo. Puedo chupar durante horas. Yo misma
staban desabrochados y que una mano vagaba por d
sto todo el día
il para ninguno de los dos, pero ella cumplió con su tarea: durante todo ese tiempo, sus d
e sudor. Cayó la noche. Gatita se incorporó, se subió l
ella. - Ha sido i
... - alcanzó
lo ll
¿
alo - di
preguntó Artem, sin s
tú adó
ndió él. - ¿Quier
Para
lar - co
l cuando terminara contigo - explicó ell
deberías... hac
co - pron
cuando lo veas
chupando to
encanta esto -
eñó muy bien -
slizaba por las paredes como terciopelo oscuro, absorbiendo todos los sonidos, mien
tenue murmullo de los mosquitos. Él vivía a poco más de un kilómetro de la universidad: alquilaba un
especial en su sangre, o quizá le faltaba algo. La idea de que tarde o temprano le probaran lo irritaba y le asustaba. Esas pequeñas criaturas no solo b
¿y si los vampiros no son los que atacan en callejones oscuros? ¿Y si viven cerca, existe
iel parecía fantasmagóricamente pálida y sus labios demasiado rojos. Quizá ella también fuera una de ellos. Un vampi
ier frase llena de explicaciones inútiles. Se entendían sin hablar, demasiado bien, demasiado fácil. El aire entre ellos e
mezclaron, los dedos arañaron la piel, borrando límites y anulando tabúes. Él se quitó la ropa sin separars
moverse, cómo provocar, cómo dar y recibir sin remordimientos. Sus labios, sus manos, su aliento en su miembro: todo
a, su miembro seguía duro. Artem pre
respondió Gatita.
er tu rayita
que quieras. Esta noche soy tuya.
que tú tambié
ella, presionando los labios contra sus testículos
alento increíb
practicando -
e lo pue
Fue mi padre q
pio padre?
asó con mi madre cuando ella ya estaba embaraza
uy bien - dijo Artem, s
Así
A
principio, debo confesarte, me daba un poco de miedo y me
te vi
. Y también después de clase. Por la noche me cogía.
juego de esclavitud, esa puta sucia. Pensando en ello, se