tre el instinto y la lógica. Una parte le decía que era hora de largarse al diablo, salir de allí y olvidar aquell
, observando con avidez, sintiendo esa picazón bajo la piel que
acería. Sentía el olor de la san
erezosa de quien ya sabe qué elección hará su i
e recostó en su silla, cerró los ojos y le agarró la cabeza con ambas manos, atrayé
eró, su cuerpo se convulsionó y se corrió; un gran coágulo de seme
acariciando. Se le había puesto dur
rodilló y se limpió los labios y la barbilla. Iba a de
ático, ni a nadie que se parezca a ti - d
tando evidentemente de la situación. - Simplemente es un abuelo de
faciales tienen definitiv
cia lo han seguido toda la vida, pero él nunca les dio demasiada importancia. Nació y creció en Rusia, siempre se consideró r
res capaz de proporcionar un placer fuera de este mundo. - Sonrió, enroscando despacio un mechón de cabello alrededor de su dedo. - Y por fin se presenta la oportunidad de comprobarlo en la realidad. En Moscú ahora hay chicos tan elega
e viste en pelí
stamente me gu
nizarlo, mi dulce - apu
u pantalón, parece que también tienes un buen miembro. - Finalmente le bajó los pantalones y
enorme - dijo Benjamín. - Más grand
ella . - No podrías metértela en la boca.
lares con la lengua, provocando que a Artëm le recorrieran escalofríos por todo el cuer
portaba. A la g
rle el rostro pálido, ligeramente salpicado de pecas. Sabía que había eyaculado abundantemente
, Benjamín se masturba
a se giró
uier
do cómicamente la voz
, tendrás que
rastró haci
njamín, déjame c
día ver la coronilla de la chica; los sonidos húmedos que producía casi lo volvían loco. En ese momento, imaginaba que era él quien recibía aquella ardiente felación. Cuando Gati
Olía a humo de cigarrillo, madera húmeda y perfumes baratos, como si alguien los hubiera vertido apresuradamen
las enrojecidas, y en sus ojos brillaba una oscuridad mezclada con algo más: inasible, excitante, peligroso. Un fuego diabólico habitaba en su m
dos veces le hizo sentirse com
cierta sorna y dijo: «Mejor me voy, me esperan las clases». Como si todo
tes de dar un paso atrás. Ella esperaba. Esperaba que él la detuviera, que le dijera qu
vodka tónica, como un pequeño barco en medio de la tormenta. Sus dedos tamborileaban al compás sobre el cristal, su mirada se clavaba en Artem, y en sus ojos danzaban chispas de bur
sabor del alcohol quemó su lengua, pero en ese momento no le impo
amín, meciendo el vaso. El hielo
de lo que esperaba. No apartaba la vista de Benjamín, tra
on una ligera sonrisa en los labios
sintió la urgente necesidad de salir al aire libre, de sacudirse
é verla
seco carraspeo y
. Estudia aquí.
a cabeza, pero le pareció que el aire del