a menor seguían acumulándose sobre la mesa de la cocina. Trabajaba doble turno como asistente administrativa en una firma legal, y por las noches l
aba el vestíbulo del edificio con la cabeza gacha, no notó que un coche negro y elegante se había detenido justo en la entrada principal. De él b
un paso, incómoda. Era la segunda vez en la semana que lo veía de cerca, y su presencia la desarmaba. Alto, impecable, con ojos oscuros q
el ascensor ascendía-. Me informaron que usted tiene con
adeó, des
isc
ro apenas, como si le
rzo conmigo hoy. Tengo una o
miró con d
lase de
roblemas económicos -respondió él, antes d
alejaba por el pasillo con la precisión de un homb
ea del edificio. La vista era impresionante, y el aroma a comida gourmet llenaba el aire. Leonardo la es
n de ti -dijo él, señalando
n las manos entrela
re de mí,
dedos y la observó con
to una
o si acabara de ha
erd
o nombrará como sucesor a su nieto... casado y con una imagen intachable. Si no cumplo esa c
so conmigo? -preguntó,
nterfiera. Necesito una esposa por contrato durante un año. A cambio,
tónita. ¿Estaba h
de mentira? ¿
ciales y sonríe cuando se le pide. Nada más -dijo
sa. Dinero. Estabilidad. Un respiro para su
digo
ú eres la candidata ideal. No tienes nada que
-replicó ella, con
stello de aprobación
mpresa. Y alguien que no se met
bertad por seguridad? ¿Era tan diferente a lavar
que vivir
timos techo. Pero habrá reglas. Dormitorios separados
Lo más sensato era decir que no. L
ciones claras. Si voy a ser tu esposa, incluso por mentira
era vez. Una curva mínim
ec
ila Rivas vendió un año de su vida