eza de que sabía exactamente lo que hacía en cada reunión, en cada paso que daba junto a Daniel. Acompañarlo a las reuniones era parte de mi ruti
día ignorar. Incluso cuando él lanzaba sus comentarios fríos y pragmáticos en las reuniones, notaba que, de vez en cuando, me dirigía una mirada. Tal vez esperab
ayoría de los empleados ya se había ido a casa, y yo estaba organizando unos documentos
a un moment
Con el corazón latiéndome en las sienes, dejé los papeles sobre mi esc
te a él. Me miró con una expresión indescifrable, aunque había
ia mí-. El contrato. Léelo con calma, cada c
primeras páginas estaban llenas de formalidades legales, las mismas que había visto en otros documen
podían optar por renovarlo, si era necesario, o disolver el acuerdo. Dos años, pensé
ese necesario aparentar que éramos una pareja enamorada. Daniel había detallado con precisión cómo debíamos comportarnos en público, desde tomar
bligación de compartir habitación ni ningún aspecto de la intimidad, a menos que fuera para mantener las apariencias en situaci
s, habría una penalización económica. Además, al finalizar el acuerdo, ninguna de las partes podría ha
en mi cuenta bancaria una vez que firmara, y luego recibiría una compensación mensual para cubrir cualquier gasto relaci
ocio, un acuerdo pragmático entre dos personas adultas, pero no podía evitar sentirme in
-. Este contrato nos protegerá a ambos. Ninguno de los
is pensamientos
esto se siente surrealista -
perceptible, como si estuviera acostumbrado
dos. No es una situación convencional, pero he considerado tod
, ese montón de papeles que iban a cambiar mi vida de un modo en el que aún no podía comprender del
una palabra, se levantó y fue hasta su escritorio. Abr
illo simple, discreto, pero elegante. No era un símbolo de amor, y ambos lo
iéndomelo-. No es ostentoso, pero debería ser
. Daniel observó mi reacción con atención, como si est
rabajando juntos como siempre, con la misma... -pareció dudar un instante, eligiendo sus palab
saber si debía reírme o ag
adultos y estamos en este ac
cio se apoderó de la habitación, mientras ambos
ensión con una pequeña
mpiezo mi nuevo trabaj
carcajada, sorpr
ca en la cena de aniversario de la empresa. Te pasaré lo
é, mirándolo c
es un sacrificio, pero créeme,
eso simbólico y real de aquel pequeño objeto. Había dado el primer paso en una dirección completa
en silencio mientras me dirigía a la puerta, y
je en un tono entre serio y sarcást
risa apenas visib
ana, "quer