ores y faroles, se extendía en una perfecta alfombra verde. Emma se encontraba frente al espejo de su habitación, ajustando el elegante vestido negro que Sophie le habí
sabía, y esa noche sería crucial para mantener las apariencias. Alexander había sido muy claro al respecto. Los medios estarían presentes, los empres
-se dijo a sí misma mientras se
ionar más, un suave golpe en la p
somó la cabeza-. El señor Black
ander, sintiendo el eco de sus tacones resonar en el mármol. La mansión se veía aún más intimidante bajo las
parecía innato en él. Sin embargo, esa noche, algo en su mirada parecía diferente. No era la habitual frialdad que Emma hab
ba de arriba abajo. Su tono no transmitía afecto, sino más bien una evaluación obj
sintiendo una mezcla de
o tomó, notando lo cálida que era su pi
da-. Esta noche, todo es actuación. Nadie debe sospechar nada. Sonr
do las puertas se abrieron, fueron recibidos por una explosión de luces y cámaras. Decenas de periodistas y fotógr
porteros-. ¿Podemos tener una foto?
e, mantenía una expresión tranquila, como si hubiera hecho esto cientos de veces antes. A su lado,
sa. Su control sobre la situación era absoluto, y Emma no podía evitar admirar la manera en que manejaba cada interacción. Era claro qu
llenaba el aire, y los invitados, vestidos con trajes de gala, se movían entre las mesas adornadas con flores y candelab
lo canoso y ojos agudos, estrechando la mano de Alex
ll -dijo Alexander, pronunciando su nuevo apellido con
Todavía no se acostumbraba a la idea, ni a todo lo que implicaba. Pero sonrió educadament
mujeres que hablaban de inversiones multimillonarias, adquisiciones de empresas y planes de expansión global. Aunque Alexander se mantenía cerca de e
ba, cada sonrisa que ofrecía, estaba perfectamente medida para obtener lo que quería. Incluso las interacciones con ella
ander en un momento, mientras tomab
ugar -admitió Emma,
respondió él, su tono neutral-. S
ve momento de apoyo, aunque fuera t
abía trazado. Sin embargo, a medida que la noche avanzaba, Emma no podía evitar sentirse cada vez más pequeña en
rse, Alexander volvió a tomar su brazo, esta vez con una leve
ijo mientras salían al vest
que la envolvía. Sí, había cumplido con su parte del trato, pero algo en su interior le
te, Emma se dio cuenta de que el verdadero desafío no sería mantener las apariencias ante el mundo