jos aún atónitos el lugar que, desde ese momento, sería su nuevo hogar. Todo en la casa de Alexander Blackwell parecía sacado de un sueño, pero no de uno de esos sueños cálidos
a pasado las últimas semanas repasando cada detalle, las condiciones, el dinero que recibiría, y sobre todo, las implicaciones emocionales y personales que tendr
e la sala, su figura imponente contrastando con el frío entorno. Llevaba una expresión neutral
bitual, serio y distante-. Esper
s había sido firmado y sellado, la realidad de estar bajo el mismo techo,
el hielo mientras miraba alrededor, aunque no se sen
orando su comentario mientras avanzaba hacia ella con pasos decididos-. A par
ue, sin duda, vendrían a continuación. Sabía que nada en la vida de Ale
ntendremos las apariencias en público. Seremos vistos como un matrimonio feliz, pero en pri
esconcierto. Era lo que había esperado, pero escuchar las palabras
nos de nuestro acuerdo. Nadie, ni siquiera tus amigos más cerc
mma, tratando de son
perder su autoridad-, quiero que te sientas cómoda aquí. No estoy interesad
ecía fuera de lugar en ese contexto. ¿Cómo podría alg
e más-. ¿Por qué yo? Quiero decir, de todas las mujeres que pod
ija en la de ella por un larg
as la atención ni la fama que viene con mi nombre. Solo necesitas una salida
más de su meticuloso plan. No había romance, ni atracción, ni siquiera simpatía. So
unque no estaba segura d
nversación, y volvió a dirigir su atención al ama de
o, dándose la vuelta para marcharse-.
o no había imaginado que el silencio y la frialdad fueran tan abrumadores. Sophie, la ama de lla
la casa, su nueva habitación era cálida, decorada con tonos suaves de beige y azul. Había una cama gra
dude en llamarme -dijo Sophie antes de r
legado, se permitió exhalar profundamente. La idea de vivir aquí, en esta jaula dorada, dura
jaba perfectamente su estado de ánimo. "Esto es temporal", se recordó a sí misma. "Solo un año". Pero un año podía sent
un camino lleno de incertidumbre. Y aunque había aceptado el trato, no podí