parte de
ne corriendo hacia mí. - ¡Sam! ¡Sam! – Grita fuerte m
nde e
ozco ese jardín, estamos en la bas
noces l
mi hermana, pero no pu
o, dime q
os, es un ave, creo que
ué p
ho, así le dije cuando
ont
murió. Me mira con sus grandes ojos azules cargados de lágr
e nos ha agotado el tiempo. Llenare tu informe, pero
ero estos sueños son ca
. No te preocupes, esos "sueños" no son reales,
ras t
to frío, ni calor, las paredes qué me rodean son blancas y acolchadas, lo sé porque más de una vez he intentado darme de golpes contra ellas, más por aburrimiento que por otra cosa. No recuerdo como pasa el tiempo, no sé cuándo
ando hacia la nada intentando traer algún recuerdo, por más breve; un olor, un sabor, una imagen, nada. ¿Acaso sería una loca que no pueden tener con la sociedad? es la gran p
produce estar en este aislamiento; Creo que soy bonita, claro que mi única referencia son las dos mujeres regordetas que cuidan la entrada y cuentan el tiempo para que no me demore más de la cuen
pequeña, cara fina y labios delgados. Mi cuerpo es delgado, tengo moretones, siempre en lados diferentes cuando me aseo y lleno de cicatrices. La más significativa est
uelo, pero cada vez que ellos llegaban y encontraban las almohadas en el suelo me castigaban. De hecho, creo les divierte golpearme ya que lo hacen sin ningún motivo aparente, generalmente lo hacen con unos bastones que
mis ojos abiertos porque después de cierto tiempo comienzan a resecarse si no parpadeo. No miro nada en esp
cada vez que vienen. Rápidamente subo al catre que, como es usual, hace un gran chillido como si se fuera a desarmar y me siento con las rodillas pegaro con una placa que dice "Dr. J.T" ya sé lo que eso signi
oría C, prueba de inmunología –
serta la aguja y llena la jeringa de ese líquido. Cada vez que hacen eso caigo en un profundo sueño y
mpañante siendo amenazada con el enorm
me tienen permitido hablar, ni gritar, ni siquiera puedo hacer un leve
a gritarme esta vez asestándome un fuer
me llevaba a rastras me deja tirada al lado de una camilla y da la vuelta. Alguien viene, solo puedo ver sus pies, me levanta como un bebé y me deja encima de la camilla. Es un hombre, toma mi muñeca y mira su reloj, examina mis ojos, y abre mi boca mientras llena unos datos
e de sangre. Se queda de pie a mi lado, mira su reloj y escribe algo nuevamente en la tableta que tiene en sus manos. Giro un poco mi cabeza y veo al guardia, está de p
ero gritar pero por más que abro la boca e imprimo toda la fuerza que tengo en mis pulmones el sonido no sale o eso creo, no sé si intento gritar o solo distorsiono la rea
ración de no poder hacer un simple ruido por cobardía. Sí, eso soy, una cobarde que no
sangre, más sangre. Lentamente el mareo se vuelve peor, todo se oscurece... ¡MALDITO BASTARDO! Veo c
riguado quien soy,