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Historia

Capítulo 3 Adios

Palabras:1366    |    Actualizado en: 11/03/2024

, pero sé que está despierta. Lo sé porque mueve los dedos de

uí-le digo mien

ue no vienes sola-responde con un

unque no debería, porque mi madre siempr

aro para ser casual-me responde con una s

decir. Pero antes de poder responder, Danie

l prometido de su hija-dice

te un aire pesado en la habitación. Su voz, aunque

idad de saber que cuando me vaya, mi hija no quedará sola-dice si

olesta, y no puedo evitar lanzar una mirada fulminante a Dan

odo, sin perder el ritmo. Se vuelve hacia mi madre y con una actitud casi teatral, continúa-: Señora, quisiera ped

brir los ojos, como s

hijo?-pregunta, esta v

o mi corazón-respon

o siempre es cierto. Pero... confío en tu pa

si solo supiera que Daniel está haciendo esto por poder, por conveniencia, no p

como si la conversación hubiera llegado a su fin. Pero justo

itando por ayuda. Las enfermeras y el doctor Hugo llegan corriendo, y me dicen que debo salir. Aunque mi instinto m

die entra ni sale. Estoy atrapada en mi dolor y mi miedo. De repente, las puertas se a

abras rápidas de los doctores, pero todo parece borroso, como si estuviera bajo el agu

doctor Hugo me observa con

mo piedras en mi pecho. Mis rodillas ceden, y el mundo a

más, pero siento como si me estuviera partiendo en mil pedazos. Intento levantarme, pero no ha

ntan contener, pero no quiero consuelo, no quiero brazos que me sostengan. Quiero a

us ojos cerrados, su rostro tranquilo como si durmiera. Pero no es sueño. Es el va

ándome a su mano, que ahora está fría, y

ir sin ti!-sollozo, la voz rota, quebrada, mientras mis lágrimas caen sobre su mano. Pero ella

nte, como si pudiera devolverle la vida, pero es inútil. Su cuerpo no responde, sus ojos no

con el peso de esta pérdida. Todo lo demás, incluso Daniel, desaparece. La promesa, el contrato, la mentira... ya nada ti

azo es lo único que me reconforta. Me doy la vuelta, permitiendo que las lágrimas sigan fluyendo, sin importarme su traje caro. No

voz suavizada-. Llorar es n

oído intentar consolar a nadie, y mucho menos con esa te

lla lo había pedido, junto a mi padre. Yo no podía permitirme algo más. Daniel se encarg

da su familia allí. Su madre, su padre, y hasta sus h

Yo frunzo el ceño, aún con la confusión de todo lo que está pa

anteniendo la compostura mientra

ntura. Es como si todo fuera una obra de teatro, y yo la

forzada. Se siente como si estuviera haciendo una pe

iero es que tod

el me miraba con desdén, tal vez por la ropa sencilla que llevaba puesta. No tenía tiempo ni dinero para vest

e pasará por mí al día siguie

ce, pero ni siquiera

espera? Un contrato

e a mi casa, sola, mientras él

n de vacío

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