ica, pero ahora, eso quedaba cubierto por las capas de ropa de segunda mano y los colores apagados que
o para mantenerla estable. Mi madre, además, estaba luchando contra un cáncer terminal que no había dejado de consumirla desde su diagnóstico. El peso d
r alto. La oficina era el lugar donde mejor dominaba esa habilidad, hasta el punto de convertirme en la sombra que resolvía los problemas sin hacer ruido. Lo único que no podía pasar por alto er
los contratos. Solo esperaba pasar desapercibida, mantenerme en la rutina sin más s
e, seño
o minutos -su tono era firme y
í estaba él, concentrado en sus papeles, con la mandíbula apretada, como si llevara días sin dormir. A veces me sorprendía pensar
e consideres una propuesta -dijo, con el mismo to
ja, sin saber
rdo temporal. Necesito mejorar mi imagen y demostrar estabilidad
encio, mirándolo sin dar crédito. Él estaba proponiendo un matrimonio por con
lo "estabilizado" que estás? -respondí, tratando de mantener
o si estuviera lidiando con
é una suma significativa que resolvería tus problemas. Así de simple. Tómalo o
jado aquí durante años, dejando de lado mis sueños, soportando sus co
ieres que acepte ser tu "esposa" a cam
zó una sonr
ieras, Amelia. S
marga, y aunque sentí cómo las lág
y un cuervo, ¿no? Pues ten por seguro que esta vez no seré la sombra que te salvará
marga, y aunque sentí cómo las lág
la garganta-. Eres el demonio en persona, Samuel, y para ti no soy más que un cuervo sin val
a risa cruel que resonó en
irte y morir en tu propia miseria, que
daría la satisfacción de verme derrotada. Lo mi
so resonaba fuerte en el pasillo vacío, y dentro de mí sentía algo que hacía mucho no exp