e despierto en la vasta mansión Lynch, un mundo lejos de mi humilde hogar en Italia. Por primera vez en mucho t
porque nada era normal, esta familia sobrevaloraba la normalidad. Todos tenían secretos, incluso mi esposo por contrato, quien aparentemente no consideró im
ta enorme y amueblada habitación, no era casualidad n
os y su siempre ceñido pantalón hecho a la medida, su silueta recortada contra l
unar con la familia. -su tono tan calmado que
n para decirme qué dejar o hacer. Que odiaba el descaro con el que me había ocultado a
mi vida estaba en manos de muchas personas y v
bía traído en nombre de Killian. No usé maquillaje, ni tacones, ni accesorios. De hecho,
ón de los Deidre y los padres de Killian, la familia Lynch estaba presente, cada uno más intimidante que el anterior. Sus mirad
asiento a su lado. Pero en seguida me paralicé cuando su hijo tomó asiento a mi lado
ándome por completo el deseo de intentar c
ta. Miré a Killian, esperando que mi mirada fuera percibida como lo que era, rencor y enojo absolut
onrisa de su marido a su lado. Eran la antítesis, lo opuesto
aginaron que mentiría y omitiría mis pensamientos; ''no sé, no lo conozco''. El niño no tenía la culpa, pero tampoco podía decir que su presencia no seria para mí una estaca que represen
cho. Sin pedir permiso ni dar explicaciones. Solo siendo tosco y
a? ¿De qu
me miró exasperado. La enojada debería ser
a irritarlo más. A lo que obviamente, volv
soporto un día mas aquí, no estando cuerda. Ustedes definitivamente ti
omo la decisión fue espeluznante para mí. Como si esperara
na vida más simple, lejos del escrutinio constante y las
taba esa frase. Tal parecía que mi matrimonio
im
cación. No podía creer que pensara tan poco de mí. Si me hubiese investigad
do de esta mañana. –Es mi hijo de quien hablamos
ees que soy, pero si algo deberías saber tú más que nadie, es qu
si un mes, ya no me importaban tanto. Daba miedo lo rápido que uno se acostumbraba a ser una escoria social. Conversa
de o temprano, no me importaría. Ni siquiera temblé cuando Conor Lynch y
tuya te saldrá
lógico en un matrimonio tan nuevo como el nuestro, yo solo lo apoy
esonó con fuerza. –No me creas imbécil, niña. Sé que manipu
an, lo sabría con certeza. –Y no entiendo cómo les sorprende que quie
bían parado a pensar que el hombre indomable también necesitaba protección familiar. Ni siquiera ellos sabían que su excepcional cabe
enos que él lo pida. Yo cuidaré de él y de Cillian como pueda, pe
blaran o me echaran de nu