i la vuelta al auto, abrí la puerta y me subí, y cuando me estaba ponien
nte a la casa de tía Flora. Suspiré y me fui. Ella no dice nada. Entramos
ón, pongo los ojos en blanco. - Te v
mira. - Hay que pensar las cosas antes de hacerlas. - Y quién dijo qu
enojado. Ella se acerca y le dice:
modos?! - Espero sinceramente que no te enteres. - Dejémoslo ahí. Cam
te logra bajar la cremallera y se
l dedo en mi dirección y pongo lo
da más, me muero de dolor de cabeza,
de que me dé la espalda. Suspiré a
ría que todo volviera a ser como antes. Pero sé que es imposible. C
va, y lo único que es viejo son mis ganas de terminar rápido mi último
de la ciudad, pero hoy no iría hasta más tarde. Me quedé un rato en la
ajando las escaleras. Ella está muy vestida, con jeans negros, un abri
, no actúes como si lo fueras. Me sorprende tu agresividad. - Yo se de
a cabeza. - Te toca a ti, yo me quedé toda la semana. Ella sonríe burl
uerta. "No puedes hacer esto", digo en voz alta, con odio. Ella se da vuelta y sonríe. - O puedes decir l
dulidad de que ella hubiera hecho eso. Subo a nuestra habitación y quiero gritar de frustración, pero me
nformándole que hoy abriré el café y me iré. Estoy caminando por la ac
muchas de sus casas antiguas. El centro está lleno de ellos. Aquí en
tad de los empleos provienen de allí
na de gente, lo cual es genial para nuestra tía. Escucho un fuerte ruido
tigua mansión que ahora es el café de mi tía, la fachada no es gran cosa, pero cuando entras es cuando o
jas ventanas de madera. Pero se pare
Empecé a limpiar las mesas y al rat
ndose el pelo en un moño. - Pensé q
cabo de un rato huelo a pastel, café y canela. Voy detrás del mostrador. Nicole se dedica todo el tiempo a
loco en la ventana que da a la calle, además de diversas tartas y dulces. A las 10 de la mañana la tienda
asero de chocolate y canela. Cerré l
o veo entrar a una persona con un a
cabello. Entonces la enfrenté. - ¿Q
orto. Lo que era cabello rubio h
Te gustó? Dice acercándose al mostrador donde está mi tía. Voy tras e
se momento no me había dado cuenta de lo mucho que le molestaba. Me
oy, tía, pero Ella dijo que no sería un problema. Puse los ojos en blanco
de chocolate derretido. El olor era
isa forzada. - No es nada, estoy bi
dándome a su lado. - No sé qué estás haciendo, pero hueles maravilloso
s y será culpa tuya. Ella sonríe y me da un poco de chocolate para probar. Me quedé en el café hast