con pollo que había comprado antes de llegar al aeropuerto. Poco después, la niña volvió a do
ón había aterrizado cuando sinti
jos. Llegamos, y debemos bajar del avión, aunqu
res de Jennie eran muy selectivos cuando se trataba de quién compartiría el m
l taxi las es
pero, como no quería volver a dormir, prefirió mirar por la ventana, ansiosa de observar el camino que la llevaría hasta ese extraño lugar al cual se dirigían. El ama de llaves se había quedado silencio
le preguntó a
es un
legar a la casa tenemos que recorrer unas cinco millas a través del páramo. Sin embargo, p
ocados a ambos lados del taxi. Luego de abandonar el aeropuerto, habían cruzado un pequeño pueblo en el que se distinguían las luces. Pronto pasaron frente a la iglesia y la casa parroquial y cruzaron una o dos tiendas cuyos escaparat
és, incluso los árboles desaparecieron de la vista. Como Jennie no percibía nada, excepto la densa oscuridad qu
llegamos al páramo –
ierto entre matorrales y pequeños arbustos, y que su superficie se extendiera hacia el
eguntó Jennie un poco confundida
a de llaves–. A lo lejos hay
viera en medio del mar; al menos s
para muchas personas este lugar es muy hermoso, especialmente por el frailejón, es una planta muy importante para l
años sonidos. El camino subía y bajaba y en varias ocasiones el coche cruzó pequeños puentes bajo los cuales corría el agua vertiginosamente, Jennie tenía l
o y frío –se dijo, apretando
loma, vieron una luz. El ama de lla
or recorrer antes de llegar a la casa. El camino de entrada estaba bordeado de altos ár
ensa casa no muy alta, que parecía extenderse alrededor de un patio de cemento. En un comienzo, Jennie pensó
era en forma de arco, de
niña se veía más pequeña que nunca
o esperaba cerca del emple
ción –le dijo a la señora López–. De
–contestó el ama de ll
ara tí. Es un gusto, soy Tomás Enrique, pero
es –hizo una pequeña
ima que el señor Alberto no pueda verla
padres? –preguntó emocionada, n
e digo que llegaste prime
–quedó
tú, pero tranquila, estarán
sadizo, subir unos peldaños y atravesar varios corredores, llegó ante una puerta abierta. Adentr
s le dijo sin n
que sigue son el lugar donde usted vivirá.
le algo y fue interrumpida por la señora López,
la Gran Mansión de su Tío Alberto, nunca