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Historia

Capítulo 3 A MÉRIDA

Palabras:1138    |    Actualizado en: 10/09/2023

erto. Era una mujer catira de mejillas rojas, ojos claros y voluptuoso cuerpo. A J

u tío y sobre la casa adonde se dirigían. ¿Qué clase de lugar sería?, ¿le

e habían ocurrido. Se preguntaba por qué, a diferencia de otros niños, sus padres no la dejaban salir más allá del jardín ni ver televisión, siempre estaba en la casa y no tenía amigos de su edad. Creció conociendo el mun

a nada para leer, por lo que juntó sus pequeñas manos con guantes sobre su falda. Su vestido y abrigo

umbrada a ver que niñas de la edad de Jennie se sentaran pensativas y quietas sin

irla –dijo–. La llevo a

uchar, la señora López se sorprendió un poco y l

asa, situada al borde del páramo, fue construida hace setecientos años, y el señor Alberto la remodeló, quedando muy hermosa, es una enorme cabaña, tiene cerca de cincuenta

zo otra pausa y re

o hay n

a, no sabía que era una cabaña gigante. Pero no quiso demostrar mucho el interés que sentía porque le daba vergüenza hacer preguntas, prefería que el ama de ll

o ella–. ¿Q

. Es algo nuevo para mí ya que

plicación l

a mayor que tú, fuera de eso, que bien que te interese, y

adres vendrán a buscarme

de su tío, a no ser que para ellos y el señor Alberto sea la solución más sencill

o como si recordara alg

lo hizo un joven amargado, a pesar de su diner

miró con sorpresa. Jamás pensó que el solitario fuera casado. Al darse cuenta de su mirada de atención, el a

. Nadie creyó que esa joven se casaría con él, pero lo hizo. Incluso hubo persona

ella

un salto in

rdó un cuento que había leído. Este trataba de un pobre dragón y

eresan las personas, ni quiere ver a nadie. Se pasa la mayor parte del tiempo viajando, y cuando está en su mansión

y deprimida. La perspectiva de vivir en casa de su tío hab

r, ya que estaré muy ocupada, pero sí vendré a visitarla de vez en cuando para asegurarme de que esté bien. Tendrá que jugar sola. Se le indicarán las habitaciones

ñante–. ¿Y por qué hay tantas reglas?... –preguntó en voz baja encogiéndose de hom

allá, ¿qué te puedo decir?

amente no le agrad

sión por su tío, y esperaba hacerlo sentir me

sus ojos, el paisaje se volvía cada vez más oscuro, y al observarl

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