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Lady Liviana Johnson, hija del Conde de Hamilton lleva enamorada de Lord Marcus Livingston, Duque de Agnes, desde que tenía quince años. Luego de la presentación en sociedad de Liviana en su primera temporada, da lugar a un acontecimiento comprometedor con Lord Marcus y es obligada a casarse, que más que ser una obligación es un sueño, al menos para la joven Liviana, ya que para el duque es todo lo contrario, ve en ella a una jovencita gorda y sin gracia e incapaz de desarrollar otro sentimiento que no sea asco e ira por llevarlo al matrimonio tan pronto y más cuando estaba interesado en otra dama. Pero, ¿qué pasará cuando el duque necesite de su esposa para concebir un heredero? ¿Qué hará cuando vea que en lugar de esa jovencita gorda y sin gracia que alejó de él, esté frente a frente con una mujer capaz de hacerlo perder la cordura?

Diciembre, 1820
Liviana miraba la nieve caer a través de su ventana, era noche buena y podía decir que uno de los días más fríos, aun cuando su habitación estaba a una temperatura que la mantenía caliente. Por un momento pensó en esas personas que no tenían la misma posibilidad que ella para mantener su casa caliente durante el frio invierno, y sintió pena por ellos.
- ¡Por Dios Liviana! ¿Aún no te has cambiado para la cena de hoy con los duques de Agnes? - Indicó la señora Parker, su nana, corriendo por toda la habitación buscando el hermoso vestido que Liviana usaría esa noche-. Pero es mi culpa, aun eres muy joven para que lo hagas sola.
-Nana, pronto cumpliré diecisiete años, y por fin seré presentada en sociedad- respondió ella con cierta diversión.
-Y también podrás encontrar un buen esposo. - Recalcó la señora Parker y Liviana hizo una mueca de disgusto.
-Sabes que será un poco difícil ¿verdad? - dijo ella con tristeza en su voz, su nana la miró interrogante -. El hombre que amo ni siquiera voltea a verme.
-Marcus Livingston está ciego al no notar lo hermosa que eres, pero puede que esté esperando a que tu primera temporada comience.
- ¿En serio crees que Marcus se pueda interesar por mí una vez que sea presentada en sociedad nana? - preguntó Liviana ilusionada por la idea.
-Claro que si mi niña, eres hermosa y estoy segura que él lo sabe también.
Liviana sonrió esperanzada de que las palabras de su nana fueran ciertas.
- ¿Crees que esté presente en la cena que sus padres organizaron para hoy? - preguntó Liviana mientras se colocaba el hermoso vestido color turquesa que hacía juego con sus ojos.
-No lo sé mi niña, pero es muy probable, son sus padres, aunque viva en su residencia de soltero es su deber asistir. -Respondió su nana ayudándola con su vestido.
-Creo que subí aún más de peso, el vestido me queda más ajustado que cuando la señora Jayson tomó mis medidas. - La voz de Liviana sonó deprimida.
Siempre que un vestido le quedaba apretado se sentía mal, no quería estar gorda pero por más que lo evitara no podía dejar de comer y se sentía culpable por no tener más autocontrol.
-No te sientas mal, mi niña, el vestido te queda más hermoso así, resalta un poco más tus caderas y curvas, estoy segura que cuando empiece tu primera temporada más de uno querrá cortejarte.
La señora Parker siempre intentaba subirle los ánimos a Liviana, su autoestima no era el mejor y todo gracias a su padre que siempre le vivía diciendo lo fea y gorda que era, que si no paraba de comer nunca encontraría un buen partido como esposo y se quedaría como una solterona.
Cuando terminaron, Liviana se miró en el espejo de cuerpo entero ubicado cerca de su cama y contempló lo hermosa que se veía esa noche, realmente el vestido le quedaba perfecto y pensó que hasta aún mejor, su nana tenía razón, se le marcaban algunas sus curvas. Su cabello iba recogido con algunas ondas cayendo a los lados de su rostro. Se sentía hermosa y sonrió al pensar que tal vez Marcus podría, tan solo esta vez, mirarla un poco más que solo para saludarla.
-Te vez hermosa. - la halagó su nana.
-Gracias nana, sin ti creo que sería un desastre.
-Tu madre estaría muy orgullosa de ti, mi niña.
La sola mención de su madre hizo que los ojos se le cristalizaran, lloraba cada vez que se acercaba su cumpleaños al saber que por su culpa su madre murió, el mismo día que ella nació su madre abandonó este mundo dejándola con un padre que la odiaba y culpaba por la muerte de su esposa.
Respiró profundo para que las lágrimas no salieran y arruinara el sencillo pero hermoso maquillaje que su nana se había encargado de aplicarle.
-Mejor baja ya antes de que tu padre se enfade.
-Sí, es lo mejor.
Liviana abandonó su habitación y bajó las escaleras hasta llegar al hall donde esperó a su padre. Minutos después llego él, el hombre al que llamaba padre, pero no se comportaba como uno.
-Vamos, se nos hace tarde. - Fue lo único que dijo.
Liviana se colocó su chal y salieron del condado en uno de los carruajes sin decir palabra alguna, Liviana ya estaba acostumbrada a los silencios de su padre, así que solo se entretuvo en mirar el suelo del carruaje pensando en Marcus, en sí estaría ahí, hacía mucho que no lo veía, solo tenía oportunidad de verlo cuando Marcus y su padre visitaban la residencia Hamilton o cuando los Duques de Agnes los invitaban a una cena familiar, ya que ambas familias mantenían una buena amistad.
Aún recuerda la primera vez que vio a Marcus, fue también en noche buena hace dos años, recordaba que ese año fue su padre quien dio la cena y ellos asistieron, ella bajaba las escaleras tan rápidamente hasta que se tropezó con él, para ella fue amor a primera vista, ver esos ojos azules como el cielo y sentir los fuertes brazos sujetándola la hicieron sentir en otro mundo, y desde entonces no dejaba de soñar con él y su deseo de que algún día pudiera ser su mujer. Ese era el deseo más íntimo e intenso de Liviana.
Al llegar a la mansión de los Duques, fueron recibidos de manera familiar, como siempre, Lord Alexander era el mejor amigo de Lord Henry, su padre. Lady Lilian recibió con un abrazo maternal a Liviana el cual ella respondió de igual manera.
-Qué bueno que ya estén aquí, aunque aún falta que mi hijo llegue, ya saben cómo es Marcus, y más ahora que vive en su residencia de soltero. - Dijo Lady Lilian y el corazón de Liviana empezó a latir de solo escuchar el nombre de su amado-. Y mi hija ya está por bajar.
-No se preocupe, excelencia. -Dijo el Conde sentándose a conversar con su viejo amigo mientras llegaban los jóvenes.
-Querida - Liviana prestó atención al llamado de la duquesa-. Estaba pensando que tal vez mi hija y tú puedan hablar de la próxima temporada, así ella te puede dar algunos consejos, ya que esta será su segunda temporada.
Liviana trató de sonreír amablemente al gesto tan bonito de la duquesa, pero sabía que sería algo imposible ya que ella no era del agrado de Lady Aline Livingston, no sabía porque la hermana del hombre que amaba no soportaba tenerla cerca. Dejó de acercarse cuando se dio cuenta que era imposible y que ella no tenía la culpa dado que nunca habían cruzado palabra.
-Claro-fue lo único que dijo Liviana.
Al poco rato Lady Aline bajó las escaleras con una gracia y perfección que hizo que Liviana se sintiera inferior.
-Buenas noches- saludó Lady Aline cuando llegó a la planta baja y se reunió con todos-. Conde, me da mucha alegría volver a verlo.
-Lo mismo digo Lady Aline, mi amigo y yo esperamos que para esta temporada puedas escoger a su futuro esposo - respondió el conde de Hamilton con una sonrisa que hizo que el corazón de Liviana se encogiera, nunca le había dedicado una de sus sonrisas a ella, que era su hija.
-Eso espero - respondió Lady Aline.
-Permiso -interrumpió el mayordomo de la residencia -. Lady Ashton acaba de llegar.
- ¿Lady Emma? -preguntó la duquesa algo confundida, ya que no recordaba haber invitado a la señorita.
-La he invitado yo, madre, sabes que es mi mejor amiga- explicó lady Aline -. Hágala pasar.
-En seguida, milady - el mayordomo se retiró para segundos después aparecer con Lady Ashton.
-Buenas noches -saludó ella al llegar a la sala donde se encontraban todos los presentes -. Gracias por haberme invitado a pasar esta noche con ustedes.
-De nada querida-respondió la Duquesa no muy contenta, a ella no le caía muy bien Lady Emma por ser muy sobresaliente, además de saber el interés de su hijo por la dama, y para ser sincera entre Lady Emma y Lady Liviana, prefería a esta última.
Hacía mucho que la duquesa estaba enterada de los sentimientos que Liviana tenia por su hijo, y no porque ella se lo hubiese confesado, sino porque no sabía retenerlos cuando lo tenía cerca, era muy obvia, y lo que más le gustaba a la duquesa era ver los brillantes ojos de Liviana cuando miraba a su hijo, esa mirada de admiración y perfección que solo una mujer enamorada podría darle a su amado.
Liviana se sentía fuera de lugar, si antes se sentía hermosa ya no lo hacía, solo le bastó ver a Lady Aline y a Lady Emma para darse cuenta que ella no sería una de las debutantes más hermosas de la próxima temporada, ya se daba cuenta de cómo eran las damas para considerarse hermosas y ella no entraba en ese rango, ni podía compararse con ellas. Lady Aline era muy hermosa, era esbelta y tenía los ojos azules, su cabello era del color de la miel tan brillante y liso. Pero Lady Emma, ella si era hermosa, cuerpo esbelto y delgado, ojos azules tan claros como el cielo, cabellos dorados como el oro, su rostro era perfilado con una nariz respingada y labios finos. Su rostro de felicidad cambió al recordar que pronto Marcus llegaría, ya no quería que la viera, por lo menos no esa noche.
Para la duquesa el cambio de humor de Liviana no pasó desapercibido, así que decidió acercarse.
-¿Qué pasa pequeña? - Liviana sonrió al escuchar como la duquesa se dirigía a ella, y por un momento imaginó como hubiera sido conocer a su madre.
-Nada, milady-respondió Liviana.
-Buenas noches. - Lady Lilian iba a hablar cuando su hijo llego-. Disculpen el retraso - saludó a los presentes amablemente, pero para Liviana no pasó desapercibido el cómo los ojos de su amado brillaron cuando miro a lady Emma, y el cómo su corazón se rompía un poco más al ver como a ella le tomaba la mano y depositaba un beso en estas, en ese momento sintió envidia y deseó ser ella a quien Marcus besara con sus labios -. Está muy hermosa esta noche Lady Emma.
-Muchas gracias miLord, lo mismo puedo decir de usted -respondió Lady Emma y por unos segundos se quedaron mirando, algo que todos notaron.
-Hijo -llamó la Duquesa para que todos olvidaran el momento, Marcus prestó atención a su madre con una sonrisa hermosa-. ¿Recuerdas a Lady Liviana, hija del Conde de Hamilton?
Marcus miró a Liviana de arriba abajo he hizo una disimulada mueca que solo notó su madre. Claro que recordaba a la regordeta niña que babeada por él, era tan tonta que no sabía disimular lo mucho le gustaba.
-Claro, ¿cómo se encuentra Lady Johnson? - fue lo único que dijo.
-Bi... bien m... milord. -Marcus volteó los ojos al escuchar el tartamudeo de la joven, realmente no soportaba a las mujeres así, y más ver como se sonrojaba, él prefería a las mujeres como Lady Emma, decididas y sin rodeos. Y esperaba que para la próxima temporada lady Emma lo aceptara como su esposo.
Liviana quiso decir algo más pero Marcus se apartó rápidamente para incorporarse al lado de lady Ashton, algo que hizo que se sintiera aun peor, y más con el papelazo que acababa de hacer, ¡¿tartamudear delate de Marcus?! No podía ser más tonta, si antes él no le prestaba atención, mucho menos lo haría ahora.
Toda esperanza de ser aceptada por el hombre que amaba, acababa de llevársela el viento y con ella su destrozado corazón.

Para terminar la guerra entre Escocia e Inglaterra los clanes más fuertes de las tierras altas deciden unir fuerzas, para esto el Laird del clan McAllen envía a sus dos hijas para que Duncan, hijo del Laird Blair escoja a su futura esposa. Maisie McAllen no se considera candidata para ser la esposa del futuro Laird del clan Blair. Una, por la horrible cicatriz que le rodea el brazo izquierdo y parte de su espalda. Y dos, porque no desea casarse con alguien que no la ama. Duncan Blair, no quiere casarse, pero sabe que debe poner a su clan por encima de todo. Cuando conoce a las hermanas McAllen, sabe que escogerá a la dulce Valoree, porque ver a Maisie y su horrible cicatriz no le provocan nada más que asco, además de que su carácter intratable y rebelde lo sacan de sus casillas. Pero cuando ella hace frente a un inesperado peligro a su lado, Maisie demuestra a Duncan que su corazón es tan fiero como vivo es su cabello... y que sucumbir a tal pasión sería el mismo paraíso.
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Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
No fue mi elección nacer hija de la mafia, pero elegí ser la esposa de la mafia. Después de la muerte de mi padre, mi abuelo era demasiado viejo y vulnerable para defender a nuestra familia de los enemigos de mi padre. Y la única forma de asegurar nuestra supervivencia era que yo me casara con el jefe del poderoso clan Mellone. Mi dote es un pedazo de tierra codiciado por el mismísimo jefe del clan. Yo, Giulia, odio a mi novio. Ya lo he dicho. Lo odio con una pasión feroz, que hace arder mi cuerpo Detesto todo lo que tiene que ver con él: su insufrible arrogancia, su sonrisa burlona, sus peligrosos ojos grises metalizados y su corazón corrupto y vicioso. La forma en que todos se someten patéticamente a cada una de sus palabras y se apresuran a servirlo como si fuera una especie de dios me irrita muchísimo. Pero lo que es peor, odio la vergonzosa forma en que mi cuerpo responde al suyo. Tiemblo por él. La intensidad de mi deseo puro me sorprende y me repugna. ¿Cómo puedo desearlo tan desesperadamente si lo odio tanto? Es como si fuera el mismísimo diablo y me hubiera hechizado.
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