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En la inmensidad sombría de la mansión Reyes, un escalofrío me recorrió al ser finalmente "reconocida" por mi familia biológica. Pero esta aceptación era una farsa, un frío saludo eclipsado por las sonrisas burlonas de Valentina, la hija adoptiva que robó mi lugar, y la indiferencia de mis padres. Cada pequeña humillación, desde el vestido prometido hasta la foto familiar, era una herida, un recordatorio de que era una intrusa. Cuando Valentina apostó a mi novio, Ricardo, el único consuelo en mi vida desolada, creí que el amor verdadero triunfaría. Ricardo, mi pilar, me defendió con palabras tan apasionadas que me hicieron creer en un falso cuento de hadas. Pero la verdad, como un relámpago cruel, me golpeó minutos después: Ricardo, el hombre "pobre" y "enamorado", era un poderoso empresario en busca de venganza contra mi propia familia, y yo, yo solo era su carnada. El anillo de fantasía en mi dedo se convirtió en el símbolo de su traición, mientras mi corazón se hacía pedazos al entender que fui una herramienta en su retorcido juego. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo pude ser tan estúpida? Consumida por la rabia y el dolor, decidí que ya no sería un peón, sino una jugadora, aunque eso significara destruir todo lo que creí conocer.