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Mi vida: Isabella Vargas, diseñadora de éxito, a punto de casarme con Javier Soto, mi "príncipe azul". La nuestra sería "la boda del año". Pero la noche del compromiso, una inesperada mirada a su móvil reveló un abismo: dos años de infidelidad con su becaria, Sofía Rivas. Mensajes crueles desvelaban que nuestra relación era mera "imagen", mientras su corazón era "solo suyo". La humillación pública fue implacable. Sofía ostentando mi sello familiar. Javier la defendiendo en galas, revelando intimidades, negando mi versión. Me abandonó en la tienda nupcial (destrocé el vestido blanco) y, finalmente, me dejó en una carretera rural el día de mi cumpleaños para celebrar el falso embarazo de su amante. Mi cuento de hadas se desplomó en cenizas. La rabia y el dolor me consumieron. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo se atrevieron a robarme mi vida, mi legado, con tanta vileza? Pero la protagonista de esta farsa despertó. Mi móvil vibró. Era una llamada crucial. Con voz antes temblorosa, ahora de acero, dicté mi destino: "Mateo, necesito que cumplas una vieja promesa. Cásate conmigo". Mi venganza silenciosa había comenzado.