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Sofía, una artista llena de vida, y Mateo, el arquitecto de sus sueños, construyeron un imperio de amor en el humilde barrio de Narvarte. Sus vidas eran un lienzo de felicidad, marcado por sueños compartidos. El éxito y la ambición transformaron a Mateo en un extraño, obsesionado con un heredero que Sofía, atormentada por la infertilidad, no podía darle. La aparición de Valeria, su ambiciosa asistente, desató una traición devastadora, y el diagnóstico fue un golpe final: cáncer de páncreas terminal. Mientras Sofía se consumía, Mateo la ignoraba cruelmente. Pero la calculada crueldad de Valeria la destrozó: mensajes, fotos íntimas, la profanación de su santuario en Narvarte, donde el mural de girasoles fue brutalmente destruido. El clímax llegó cuando Mateo, al revelar el embarazo de Valeria, le deseó la muerte con escalofriante indiferencia. ¿Pudo el hombre que le prometió amor eterno desear su final con tal crueldad? ¿Por qué Valeria se encarnizaba en borrar cada rastro de su existencia? El sabor amargo del agave azul, el sabor de la traición y la soledad, se instaló en el alma de Sofía. En un último acto de dignidad, Sofía tomó una decisión: moriría en sus propios términos, dejando una verdad oculta en las páginas de un diario. Su partida no sería el final, sino el inicio de una justicia poética que arrastraría a Mateo a un abismo de culpa y locura.