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DIABÓLICO

DIABÓLICO

5.0
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Ella se ha sentido atrapada en el pasado de unos padres irresponsables que no han hecho el mínimo esfuerzo para obtener su atención, dejándola en completa soledad. No necesita ser amada ni escuchada, lo único que ella quiere es vengarse de todos aquellos que le hicieron daño. Sin embargo, el mal existe y tiene ojos de demonio. Un hombre bastante atractivo, peligroso y arrogante, que ha llegado para arrebatarle el alma a quien sea con las manos. Aquí nada es lo que parece y con él, nada puede salir como lo esperabas. Ya que te recordará que no has debido firmar un pacto con el diablo. El destino es cruel y a veces te sumerge en una oscuridad de dolor. Pasión, engaños, egoísmos y un desenfreno, te recordará que nunca has debido aceptar, entrar en el infierno de aquel hombre malvado.

Contenido

Capítulo 1 PRÓLOGO

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Toda la vida he disfrutado ver la cara de panico que otros poner cuando estoy frente a ellos, temblando al saber que puede ser la ultima vez que vean la luz del día ya que estoy a punto de asesinarlos, acabarlos poco a poco en una tortura infernal. No soy un salvador que viene del cielo, estoy muy lejos de eso. Yo vengo del mismísimo inframundo, donde solo existe la maldad, una real y absoluta.

Tengo las manos manchadas de ese líquido rojo que manchan mi piel y mi apellido. No me apetece ser benevolente con ninguno de mis enemigos, soy quién ha desfigurado los rostros de los que me persiguen y he dejado algunos huesos rotos como recuerdo de mi maldad, para que sepan que no deben burlarse de mí o jugar sucio. Sin embargo, es un mundo de mierda donde la debilidad está a la vuelta de la esquina, es una que te hace perder el control de absolutamente todo, los estribos e incluso te doblega ante situaciones peligrosas convirtiéndote en un pendejo antes las reglas claras que llevas años construyendo.

- No creas que tengo miedo de alguien cómo tú - dice, sin quitarme los ojos de encima - Solo eres un jodido témpano de hielo - aprieta los dientes.

- Si, es lo que soy, encanto - ironizó, burlándome de ella - Y deberías aprender a respetarme, y además a temerme - sus labios tiemblan de puro horror, y eso me encanta - No eres más que una pobre niñita altanera y estupida.

No le gusta lo que digo y forcejea para que la suelte. Tengo la razón, está mujer frente a mí con su aspecto de chica nerd, es mucho más que eso, es más que una simple tonta de gafas y ropa holgada. Aún así, me he comportado de manera bastante estúpida frente a ella, cuando lo que tendría que hacer es volarle la cabeza para que deje de mirarme con esa intensidad, como si realmente pudiera entenderte y es lo que tanto me está molestando.

Está mujer, ha sido la única capaz de hacerme cruzar mis propios límites, de voltear mi mundo de cabeza haciendome perder la cordura de un momento a otro. Y eso, es otra de las cosas que detesto sobre ella.

- Entonces te sugiero que me dejes en paz - se le corta la voz.

- Si supieras que es lo que más deseo, Dalton - me acerco más a ella, de alguna forma es como si quisiera sentir su cuerpo y el mio juntos.

- ¡No eres más que un asesino! - ladra y aprieto la mandíbula.

- ¡Y tú eres una mocosa mentirosa! - replico y ninguno de los dos es capaz de bajar la mirada.

Ambos nos desafiamos, esperando que alguno de su brazo a torcer y por supuesto que sí está esperando que sea yo el primero está equivocada. Para su mala suerte soy mucho más fuerte, no tengo ningún tipo de remordimientos baratos, soy más poderoso entre los dos, y un ser malvado. Como ella, no tengo esa estúpida vena de la compasión que tanto refleja su mirada, por algo soy uno de los hombres más temidos de Italia y sus alrededores. Si no quiere darse cuenta de ello, es de muy mala suerte, ya que soy el mismísimo demonio reencarnado, que lucha constantemente contra sí mismo para no terminar por destruirla como debería haberlo hecho. Mi cabeza me grita una y otra vez, me tienta y me jode con las instrucciones claras.

Ha tenido que ver las advertencias, estaban allí frente a ella, puestas sobre una mesa. Jamás he ocultado lo que soy, ella más que nadie sabía perfectamente quien era Azahel Torricelli, desde un principio supo que no le convenía acercarse a mí. Sin embargo, no puso ninguna resistencia, sus limitaciones eran bastas y permitió que acabara con su patética existencia de chica aburrida en un segundo. Aún así, no dio un paso atrás.

- Solo estás convirtiendo esto en una larga y estupida tortura, Torricelli - un gemido de placer sale de sus labios por el morbo que le provoca tenerme cerca.

Desde el primer momento que mis ojos se posaron sobre ella, en aquel club de stripers, supe que la vida iba a cambiarme los planes absolutamente, sobre todo para mis futuras venganzas. Solo que ahora que veo su cara de horror, siento una pequeña satisfacción al saber que no soy el único que tiene problemas involucrado en esto que ambos llevamos por dentro. Tener su cuerpo presionado con el mío, su espalda pegada contra la pared y observar esas lágrimas tan falsas rodar por sus coloradas mejillas, encienden el fuego que hay dentro de mí. Soy consciente de lo que es capaz una mujer como ella, que a pesar de todo lo que ha escuchado prefurio continuar con su tortura, envez de quedarse en casa escuchando los consejos de su amiga, quién tantas veces le advirtio, que sucedería si llegaba a acercarse a mí.

- Una tortura que solamente tú has provocado - acaricio su labio inferior con mi pulgar, haciendo que trague grueso provocandome una sonrisa malevola en el rostro de pura satisfacción, cuando sus encantadores ojos se pierden en el movimiento de mis labios y no sabe, pero ha cometido otro gran error.

- ¿Qué quieres de mí? - pregunta, con un sutil tono a suplica.

- Nena, sabes perfectamente lo que quiero de ti - saboreo su aroma y me inclino un poco más cerca, dejando que mis labios queden a escasos centímetros de su boca.

No voy a negar que está mujer es verdaderamente fascinante y hermosa. Pero, demasiado estúpida al insistir buscar un mundo feliz en un demonio perturbado como lo soy yo, quién tiene garras que destrozan corazones, palabras que no excitan si no hieren acabando con tus tus sentimientos, doy besos de fuego que te hacen arder la piel en solo segundos.

- ¿Mi cuerpo? - se ríe de forma burlona y quisiera carcajearme también en su cara por la desfachatez. No voy a negar que quisiera descubrir lo que se esconde debajo de esa horrible ropa, pero no lo haré, ahora no es lo que necesito de ella.

- Te sugiero que cierres esa linda boca y dejes de decir tanta idiotez - aprieta la mandíbula y sé que le disgusta mi comentario.

- Estás equivocado si crees que me pondré a tus pies, como una de tus esclavas con las que puedes hacer lo que quieras - vocifera desafiante - No soy tu juguete, tampoco una princesa - eleva el mentón y me causa algo de risa que quiera hacerme creer que es mucho más fuerte que yo.

Al contrario de lo que ella puede pensar, me encanta esto de ella, que no se deje doblegar tan fácilmente con mis amenazas, que no me dé cabida para que la trate como una pobre niñita indefensa, si no como una igual que lucha cada día por no ceder a este ser demoniaco.

- El día que logre hacerlo, te pondré de rodillas para que me des una deliciosa mamada - mis palabras son interrumpidas casi de inmediato con una bofetada que me cruza la cara dejándola ardiendo.

Finalmente ha desatado un infierno en mi interior. Ser golpeado por una niñita malcriada, me nubla la mente casi de inmediato que me enceguece. Así que la sujeto de la muñeca con fuerza y aprieto haciéndola chillar de dolor. Estoy hastiado de todo este jueguito inutil entre ella y yo, sin que se lleve su merecido.

- ¡Sueltame, estás lastimando! - chilla, pero no la escucho y la sujeto de las piernas apartándola de la fría pared, para arrojarla sobre la cama.

Ahora mismo sabrá quien es Azahel Torricelli, no soy simplemente un mafioso valvado, le voy a demostrar porque me apodan como el "Diavolo" entre la mafia Italiana.

- ¡Mírame muy bien, niñita estupida! - forcejea para que la suelte, pero mi cuerpo la cubre por completo - Voy a advertirte esto una sola vez...

- ¡No dejaré que ningún bufón me falte el respeto! - patalea - ¡Quiero que me dejes ir! - sus movimientos son erráticos, lo que provoca que el roce de nuestros cuerpos solo me ponga más duro.

Quizás sueno como un verdadero pervertido, pero mi cuerpo sobre ella inmovilizandola es una tortura que quiero seguir sintiendo. Sin embargo, ella sigue luchando, como si pudiera con alguien como yo.

- Escúchame muy bien, Emma Dalton - gruño, a centímetros de su bello rostro y la tengo sujeta de las muñecas sobre su cabeza - Este bufón como has dicho, es el infierno aquí en la tierra - comienzo a decir y por primera vez, puedo ver un poco de pánico en su mirada, terror de verdad - Soy el hombre que te arrancará el corazón con mis propias manos incluso antes de quitarte la ropa - paseo la yema de mis dedos por el valle de sus senos y deja de forcejear temblando por completo y con los ojos empañados - Yo seré la puta tentación más ardiente que tendrás en tu miserable y patética vida.

- Por favor... - titubea, comienza a ahogarse con las lágrimas - Sueltame...

- ¿Ahora me suplicas? - mi lengua acaricia su rostro - ¿Sabes? No ha existido nadie en este mundo que viva luego de tocarme - aprieta los labios y puedo sentir como la sangre hierve en mis venas, sintiendo como el cuerpo me quemara con la ira que estoy comenzando a sentir por no poder cumplir mis deseos más bajos.

- ¡Entonces acaba conmigo de una vez! - grita con desespero.

Contengo las ganas de gritarle a la cara que me encantaría, que deseo cortar su lindo cuello y llenar mis manos con ese líquido rojo que tanto he perseguido, pero no puedo. Soy un hijo de perra egoísta que solo quiere rodear ese bonito cuello mientras la estoy follando.

Inclino un poco más mi rostro y con un rápido movimiento sostenido su pulso entre mis manos, quedandome allí más tiempo del necesario.

- En lo único que pienso ahora mismo, es en destruirte - susurro sobre sus carnosos labios - Rasgar tu ropa y dominarte hasta que supliques por más.

- Te odio - contiene el llanto - Jamás vas a tenerme - me hace sonreír - Nunca sería capaz de acostarme con alguien como tú - me carcajeo de su absurdo comentario y nuevamente mi lengua se pasea por su bello rostro.

- Mira tú que ironías de la vida, justo ahora estoy sobre tí - me le burlo en la cara.

- Solo quiero que me dejes en paz, ¿Eres incapaz de entenderlo? - forcejea nuevamente, pero el vaivén solo sigue provocandome.

- No le hago caso a las palabras de una mujerzuela - sigo provocandola - Aunque si puedo jurarte algo nena - miro sus destellantes ojos - Te vas a arrepentir toda la vida por haberte cruzado en mi camino.

Su rostro palidece complaciendome cuando traga lentamente al saber que mis palabras van enserio. Su mirada aterrada por saber si mis amenazas son ciertas o solo un juego mental y tortuoso que utilizo sobre ella. Ahora, está bajo mi dominio, bajo mi cuerpo aprisionando sobre el colchón. Es una pesadilla que me revuelve los jugos gastricos e imagino las mil formas de tortura que tengo para ella, sobre una mesa, atada de manos y pies con su cuerpo totalmente desnudo para ser venerado, explorado y consumido por mi.

Mis ojos bajan hasta sus pechos y mi propio pulso se acelera, sin poder evitar que mi lengua recorra su cuello y mi nariz olfatee su delicioso aroma y su miedo.

- ¿Q-qué estas haciendo? - jadea, lo que me complace.

- Estoy pensando en las formas que acabaré contigo - en una verdad a medias.

Su pecho sube y baja con la respiración acelerada, mi mano se coloca encima sintiendo el latir de su corazón y saboreando la calidad de su piel con la yema de mis dedos.

- No quiero que me lastimen... - susurra quebrándose ante mí.

- ¿No crees que es muy tarde para tus peticiones, nena? - subo lentamente mi mano a su cuello, haciendo un poco de presión - Ahora, solo puedo pensar en acabar con tu miserable vida.

- ¿Qué quieres de mí? - Tiene la voz estrangulada y eso solo me enciende más.

La comisura de mi boca se eleva en una sonrisa siniestra. No sabe en lo que se ha metido al conocerme.

- Todo - determino - Lo quiero absolutamente todo de ti, cada parte tuya quiero que sea mía.

Este soy yo, el que no le importa absolutamente nada, quién lleva el apellido más temido en Italia, Moscú y el mundo entero. Pocos conocen mi verdadero ser, pero los que han tenido la oportunidad de hacerlo, no viven para contarlo. Soy mucho peor de lo que ella cree, su mirada es demasiado inocente y al mismo tiempo llena de valentía, pero acercarse le traerá problemas si no entiende que volver a cruzarse en mi camino la destruirá.

Quiero callar a los demonios que viven dentro de mí y que gritan desesperados para que me desahogue de todo esto que estoy sintiendo cada vez que la veo. Es una tonta masoquista que corresponde a mis caricias prohibidas mientras tiembla con mis amenazas. Ahora le toca vivir bajo el infierno de un hombre completamente oscuro, que va consumiendo en llamaradas de fuego todo lo que toca a su paso, como un ser infernal donde hago absolutamente todo lo que sea necesario, para conseguir lo que quiere. Y ella, es justamente lo que tanto deseo tener.

- Azahel... - murmura mi nombre con la voz apagada y cerrando los ojos.

- Dime cariño - beso su mentón.

- Te odio...

- Yo también te odio - mi mano aprieta más su cuello y se que poco a poco hago que pierda oxígeno hasta que finalmente cae desmayada sobre mi cama y entre mis brazos.

Sonará bastante egoísta de mi parte si digo que su atracción por este mundo y después condenarla a una oscuridad absoluta donde voy consumiendola, es capaz de hacer que acaba con la vida de cualquiera que se atreva a tocarla quitandome la fascinación de volver a ver sus ojos grises y el desafío de su dulce voz, una que irónicamente odio.

No cambiaré lo que soy, ni dejaré de ser el hombre cruel y despiadado que mis enemigos conocen, mucho menos por ella.

- Jamás permitiré que me beses - susurro a escasos centímetros de sus deliciosos labios que me tientan viéndola allí, tan frágil - Si lo hago, voy a condenarte al infierno que soy, y será para siempre.

Acaricio su rostro, pensando que soy una bestia que va a consumir su alma por completo. Y ella lo sabe perfectamente.

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