Llegó el día tan esperado y llamaron al niño Asterous, que significa "Regalo de las Estrellas". Un día, mientras su padre estaba cosechando maíz para la fiesta del pueblo, vio al niño buscando algo en la cocina y decidió esconderse y mirar.
Asterous había apilado varias cajas, formando una torre, para alcanzar las ciruelas de la despensa.
"Ingenioso", pensó su padre, mientras sonreía viendo cómo esos bracitos se estiraban para alcanzar su dulce premio. Cuando las cajas colapsaron, Asterous cayó sobre la mesa, cubierto de harina, pero sin lesiones aparentes.
–No le digas a mamá, " pufavo " –dijo, en medio de la inminencia de las lágrimas al ver a su padre.
–¡No te preocupes! No le diré –respondió el padre, en tono tranquilizador.
Fue entonces cuando apareció su madre y, con suma preocupación, tomó a su hijo y comenzó a examinarlo. Su marido observaba con una amplia sonrisa, admirando a su esposa con su cabello negro desordenado y sus manos callosas por arar y cultivar el campo. Sus ojos brillaban tan plateados como las monedas que cambiaban por ciruelas para apaciguar las rabietas del bebé.
–Eres hermosa cuando estás enojada –dijo, manteniendo su tono tranquilo y amable.
–¿ES ESO LO QUE TIENES QUE DECIR? ¡MIRA ASTEROUS! ¡DI ALGO!
–"Pedon", mamá –dijo el niño, limpiándose la harina del cabello con culpa en los ojos.
Su madre se detuvo a mirar aquella pequeña y sucia criatura que se lanzaba para alcanzar sus brazos. Esos ojos verdes esmeralda heredados de su padre y cabello idéntico al de ella...
–¿Estabas comiendo antes del almuerzo otra vez? –preguntó jugando con uno de los mechones de aquel cabello tan diminuto.
El niño asintió lentamente, escondiéndose ya del castigo que recibiría. Después de algunos regaños y de darle un largo baño a su hijo (odiaba el agua), además, por supuesto, de prohibir las ciruelas, todo se resolvió pacíficamente. Asterous era todo lo que querían: rabietas, caos, inquietudes y momentos únicos, que aportaron color y aventura a la historia de la pareja.
Muchas noches se paraban en la puerta de la habitación del pequeño. La habitación tenía paredes de madera salpicadas de líneas de formas irregulares, que representaban cosas cotidianas relevantes para el pequeño. Aunque los padres desconocían el significado, pasaban horas observando a aquel pequeño niño aferrado a una sábana sobre la pequeña cama rústica de madera. Se susurraron el uno al otro la gratitud y la alegría que sentían mientras una lenta sonrisa de felicidad recorría sus rostros. Ese niño era la razón de su existencia y el deseo de ser mejores en todo.
Un día, Asterous intentaba atrapar a un pájaro conocido como "Sombra Sideral", un pájaro parecido a un cuervo, sin embargo, con manchas blancas en el cuerpo y un plumaje tan oscuro que parecía un trozo de cielo estrellado. Creía que, si cogía una de sus plumas, su deseo se cumpliría. Con cuidado, apuntó la honda para atinarle el tiro al pájaro
–¡¿Asterous?!
Justo cuando estaba a punto de disparar, el grito de su madre lo distrajo y le hizo golpearse a sí mismo en la cara, haciéndole perder el equilibrio hasta caer en el charco de barro cerca del criadero de cerdos. Se limpió los ojos a tiempo para ver la piedra volar hacia el ave. El agresivo pájaro extendió sus garras y rápidamente avanzó hacia el rostro del niño para arañarlo.
–¡BUAAAAAAAAAAAA! ¡MAMÁ, AYUDA!
La madre apareció y rápidamente intentó ahuyentar a la Sombra Sideral golpeándola con una escoba. Al ver esto, Asterous cerró los ojos, suplicando internamente:
–¡No le hagas daño, por favor! ¡No lastimes al pájaro!
No podía explicar lo que pasó, pero cuando despertó, estaba en los brazos de su madre.
–Quédate quieto, tengo que limpiar los arañones.
– Está muy frío –se quejó, sintiendo el tejido húmedo tocar sus heridas.
–¡Asterous, QUIETO! –Su tono endurecido reveló que estaba enojada y preocupada.
–"Décupame" –añadió, en tono culpable.
Cuando terminó de limpiar, su madre lo sentó en un pequeño banco de madera y sacó un cuenco con una mezcla pastosa de color verde. Empezó a cubrir los arañazos con él.
–¡Uf! ¡Esto apesta! ¡Ya es suficiente, mamá!
–Es un ungüento para prevenir infecciones. Lo hice con plantas del jardín –explicó recuperando su habitual tono dulce.
–¡Apesta mucho! ¿Y qué pasó con el "pajariyo"?
–¡Oh! –Su expresión vaciló por un segundo antes de recuperarse y finalmente dijo: –Se escapó y... no lo volví a ver.
–¿Lo mataste? –preguntó Asterous, en tono lloroso.
–¡No no! Se escapó, Aster. Ni siquiera me acerqué a él.
–¿Verdad?
–¿Alguna vez te he mentido? –Puso su mano en ese dulce rostro y lo besó.
Esa noche, mientras cenaba, Asterous escuchó a sus padres susurrar en su habitación:
–Despertó sus habilidades. Usó el Espejo del Alma Pura para salvar a una Sombra Sideral hoy –dijo la madre nerviosamente, como si estuviera hablando de un tabú.
–¿Él se dio cuenta? –preguntó el padre manteniendo la calma.
–No, no creo. Se desmayó después de usarlo y las cicatrices de los rasguños desaparecieron casi instantáneamente.
–Cariño, cálmate. Eventualmente lo descubriría.
–¿Saber qué, papá? ¿Por qué hablas tan bajo?
–Asterous Feather, ¿estabas escuchando conversaciones de adultos?
–Quería jugo de naranja.
La madre se esforzó por no mostrar su nerviosismo, mientras el padre simplemente añadió con firmeza:
–Tu mamá me estaba contando sobre tu accidente con un pájaro hoy.
–¡Oh! Eso... –Asterous se olvidó por completo de la "conversación secreta" de sus padres mientras se sonrojaba de vergüenza.
–Está bien, hijo –dijo su padre mirándolo con esos ojos verdes que parecían leer los pensamientos y levantarlo. –¡Estamos orgullosos! –coincidieron al unísono. –No querías lastimar a la criatura incluso cuando esta te lastimó a ti.
–Por eso... –El padre buscó cuatro muñecos de barro sobre el mueble de la cama, lo que hizo que una amplia sonrisa apareciera en el rostro del niño. –Son para ti.
–¡Gracias! –Asterous los abrazó a ambos con fuerza.
–A partir de hoy, mantente alejado de los pájaros –añadió la madre, con una risa discreta.
Esa noche, Asterous se dio cuenta de que no necesitaba un deseo para tener lo que quería, ya que siempre tuvo una familia feliz.
Más tarde, cuando el pueblo estaba en silencio y la luna brillaba en el cielo, los padres de Asterous se reunieron en la cocina, susurrando en voz baja y cautelosa.
–Necesitamos hablar con Barian –dijo la madre con la voz temblorosa. –Necesita saber qué pasó hoy.
–Lo sé –respondió el padre, con un tono de resignación en su voz. –Pero sabes lo que eso significa. Si descubre que Asterous usó el Espejo del Alma Pura...
–Todavía nos debe un favor –interrumpió ella, con renovada determinación. –Y haremos todo lo posible para proteger a nuestro hijo.
–Barian... –murmuró el padre, pensativo. –Que así sea. Nos pondremos en contacto con él.
Se miraron, con una mezcla de miedo y esperanza reflejada en sus ojos. La incertidumbre del futuro se cernía sobre ellos, pero la determinación de proteger a Asterous era más fuerte.
Mientras sus padres susurraban estas palabras, Asterous, en su habitación, soñaba con pájaros y estrellas, ajeno al destino que comenzaba a desplegarse sobre él.
El problema del destino es que su imprevisibilidad es capaz de destruir hasta la mayor de las alegrías.