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Gabriel es un héroe reconocido por todos en Elova pero ahora se enfrentará a la visión más peligrosa de todos, su reino una fuente con el reino vecino Nova un reino lleno de brujería y oscuridad, son gobernados por la Reina de las sombras Sirene, una reina conocida por su crueldad y sed de sangre, Gabriel deberá ver la forma de derrotarla y acabar con esta sangrienta guerra pero algo no está viendo y esque las apariencias engañan.
Sabía lo que iba a pasar, desde que lo escuché hablar, sabía a lo que se refería, tan solo recordar sus palabras me revolvía el estómago.
"Esta noche al fin le daré un poco de felicidad"
Me repugnaba pensar en todo eso, pero lo que más asco me daba era saber que el causante de todo era yo, el que había sido proclamado héroe salvador, pero no me sentía como uno, tantos años siguiendo este camino de honestidad, pensado de que yo era el héroe y ella la villana de esta historia y en realidad así no eran las cosas, pero hoy se iba a terminar.
Lleve la carreta por el bosque mientras Rea estaba oculta entre la paja, nadie debe saber que estábamos ahí, Rea estaba oculta entre la paja, ya que lo que estaba por suceder iba a ser mi sentencia de muerte, pare Suzu y baje de la carreta.
Suzu relincho en señal de no estar de acuerdo por el plan.
- Tranquilo amigo- acaricia su lomo para calmarlo. - todo saldrá bien.
Luego camine con una linterna hasta la parte de atrás donde la pequeña Rea se escondía.
-¿Estas bien con todo esto? - pregunte, no quería meterla en problemas apenas era una niña. Pero ella asistió muy segura de sí misma. - Muy bien recuerda el plan, tú te quedas aquí oculta, cuando veas que la luna haya bajado dos dedos hacer la señal que te enseñé con la linterna. - le di la linterna.
- ¿Y qué pasa si no llegas? - preguntó con voz temblorosa.
Sabía que esa era una posibilidad.
- Si no llego quiero que tomes a Suzu y vete lo más rápido que puedas, no mires atrás. - dije de manera seria. - En la bolsa hay dinero confío en ti.
La pequeña rubia solo asintió con la cabeza, pero podía ver la preocupación en su rostro, tomé mi espada y capa, respiré profundo.
Era hora, me encaminé hasta la torre blanca, hoy no había guardias vigilando, claro el imbécil de Izar seguramente mandó a todos a descansar para poder disfrutar mejor su noche, tuve que tragar saliva para que los pensamientos no se convirtieran en vómito, solo rogaba a Dios no llegar demasiado tarde, abrí la puerta y subí las escaleras lo más rápido que podía.
Yo mismo la había puesto aquí, aún recuerdo ese momento, fue la noche que habíamos llegado a la capital de Elova, al palacio dorado, donde se supone que se firmaría un tratado de paz para acabar con esta guerra, pero no fue así....
"La noche del baile
El rey había decidido celebrar un baile para firmar el tratado de paz, recuerdo lo bien que se sentía estar liberado al fin, después de tanto tiempo como rehén, pero por alguna razón mi mirada no se desviaba de ella.
Quién caminaba con cautela por el gran salón, ella nunca perdía la gracia y resaltaba por su gran belleza, como sus ojos violetas que parecía analizar a todos, su cabello como siempre estuvo bien peinado, ondulado con algunas trenzas y donde resaltaban sus mechones blancos característicos de su apariencia, como decía la leyenda, eran la carga de su trato cuando decidió volverse inmortal, llevaba un vestido rojo con toques de polvo de oro negro que favorecen mucho su figura, su collar, aretes y la corona en su cabeza eran de rubíes, igual con oro negro, ese era uno de los minerales más preciosos que tenía Nova, también era poco común por eso era tan codiciado, recuerdo que vi a la princesa Amari mirar con poco envidia las joyas.
Por lo que decidí acercarme a Sirene a lo cual ella me miró extrañada.
- Majestad. - hice una reverencia. - ¿Disfruta la fiesta? - no pude haber hecho otra pregunta más tonta que esa.
- Es.... tolerable- sabía que ella se sentía incómoda muchas veces en los banquetes su obra favorita era cuando terminaban. - Solo espero el momento en el que firmemos ese maldito papel para largarme de aquí.
Muchas veces imaginé la ocasión en que ella diría esas palabras y que yo estaría muy emocionado, pero por alguna razón no lo estaba, no entendía mi propio razonamiento. Por lo cual solo me aclaré un poco la garganta.
- Entonces supongo que esta será la última noche que nos veremos. - Dejó de mirar al salón, me miró con esos ojos violetas y aunque su mirada era fría, sabía que estaba curiosa por lo que había dicho.
- Alégrate. - respondió. - Ahora volviste a tu casa, ya no tienes que fingir. - volvió su mirada hacia el salón.
Quería refutar que no estaba fingiendo, pero toda nuestra relación durante este año ha sido muy caótica, entonces cuando ya tenía las palabras exactas para refutar en ese momento la princesa se acercó con una copa de vino y una sonrisa falsa.
- Majestad permítame ofrecerle una copa, como muestra de amistad. - si la hipocresía fuera una religión esta princesa sería su diosa y sabía que Sirene pensaba lo mismo que yo, pero a pesar de ser una sangrienta, sobre todo era una política, por lo cual solo tomó la copa con una sonrisa igual de falsa que la que le dio la princesa Amari.
- Muchas gracias princesa es muy amable. - se alejó de ella y caminó hasta salir al balcón y yo la seguí solo para ver cómo tiró el líquido de la copa hacia abajo del barandal.
Me había molestado tanto esa actitud.
- ¿Por qué hiciste eso? - pregunte.
- Ella cree que soy tonta. - dijo. - Nunca aceptaría una bebida viniendo de alguno de esos buitres de Elova.- Me molestaba que hablara así y después de todo estaba hablando de la gente de mi reino - En fin, tráeme una bebida que realmente estoy sedienta. - dijo dándome la copa.
- ¿Y cómo sabes que yo no voy a envenenarte? - quería desafiarla, era algo que se volvió normal entre nosotros.
Pero como siempre ella solo sonrío.
- Por favor. - dijo mirándome. -Con todo lo que ha pasado ¿Crees que esta vez sí podrías matarme? eso es tan dulce.
Una pequeña Brisa se sopló y por alguna razón con la poca luz que había sus ojos resplandecían más como si fueran dos gemas y me quedé perdido un momento, pero al mismo tiempo sus palabras habían tenido un impacto en mi orgullo era verdad, al menos en lo que llevamos de este año he intentado matarla como unas diez veces y todas las veces fallé todo porque por mi código de héroe no era capaz de matar a alguien ni siquiera una villana como ella.
- Solo tráeme un poco de vino.- su orden me sacó de mis pensamientos, rodé los ojos, odiaba esa actitud tan arrogante de ella.
Pero aun así fui a ver su maldita copa de vino, pero en mi camino me encontré con nada más y nada menos que el Emperador Rubelous.
- Gabriel. - me llamo.
- Majestad. - hice una reverencia.
- Solo quería felicitarte por tu gran trabajo.
- ¿Trabajo? - pregunte.
- En traer a la malvada Emperatriz de las sombras.
- Yo no hice nada- traté de mostrarme humilde. - solo cumplo con lo que me pidió.
- No seas modesto- dijo y llamó a uno de los camareros. - Por favor toma una copa conmigo.
Me entregó una copa de vino.
- Gracias. - dije aceptando. -tomaré otra y se la llevaré a Su Majestad.
Pensé que el Emperador, se pondría molesto por lo que dije, pero en lugar de eso solo sonrío.
- En ese caso dale esta. - tomó otra copa, pero esta no era de cristal sino de plata que me la dio
- Muchas gracias, Su Majestad. - hizo una reverencia rápida y llevé rápidamente la copa, hacia el balcón.
- Te tardaste demasiado. - dijo Sirene sin mirarme.
- Bueno después de todo soy un héroe aquí. - dije alardeando. - Todo el mundo quiere verme.
- Sí tú eres tan alabado. - dijo en tono sarcástico- En fin, trajiste mi vino.
- Aquí tienes. - dije seco.
Tomó la copa y se la bebió de un solo trago.
- En serio tenías tanta sed. - comenté.
- Este vino está un poco ácido. - respondió con una mueca.
- Tal vez es de una mala cosecha.
- Me sorprende que tu rey tenga pésimo gusto en bebidas. - dijo dejando la copa a un lado. - En fin, vamos adentro.
Tan solo de recordar ese día sentía la culpa en mi espalda, después de eso solo recuerdo el caos, como la gente salió huyendo y los guardias estaban rodeándola y ella no podía usar su poder.
- ¡Que me hiciste maldito bastardo! - gritó mirándome. - Gabriel eres una rata como todos ellos.
-Yo no te hice nada. - dije con la espada en alto.
- Y se supone que tú eres el bueno ¿verdad? - dijo soltando una risa, pero podía ver en su cara la decepción.
Quería decirle algo, pero Muriel aprovecho su descuido para golpearla en la cabeza con el mango de la espada, después de eso la llevaron a la torre donde decidieron torturarla."
Unieron ambos reinos o bueno más bien dicho tomaron Nova a la fuerza, el rey me nombró duque para que me haga cargo. Pero todo ha sido un desastre, solo soy una marioneta en este juego despiadado de poder, ahora sabía quiénes eran los villanos y no era aquella que estaba encerrada y a punto de ser violada por aquel que se hacía llamar héroe.
Cuando llegué al último escalón vi que la puerta estaba atascada, con un hechizo rápido de viento la abrí solo para encontrarme con la escena más asquerosa que alguna vez mis ojos hayan visto, mi compañero, mi amigo, mi ejemplo seguir, estaba sin camisa a punto de sacarse los pantalones mientras Sirene la villana que había odiado toda mi vida, desde niño me habían contado historias para temerle, la mujer que me había tenido como rehén por casi un año estaba en la cama sin moverse, su cara estaba llena de moretones, al igual que todo su cuerpo. Moretones, rasguños y cortadas, estaba despojada de su vestido tan fino, solo quedándose en corset se veía que ya no tenía ni siquiera fuerzas para luchar contra el monstruo que estaba frente a ella.
No sé qué pasó, pero una ira se apoderó de mí, tomé a Izar de su cola de caballo y lo jale fuera de la cama haciendo que cayera al piso de piedra, sin pensarlo dos veces empecé a golpearlo en la cara.
- Maldito hijo de puta. - insulte. - Estás enfermo, cómo se te ocurre hacer algo así. - no podía parar de golpearlo.
Izar en un momento logró darme un golpe en la cara, retrocedí y se levantó del suelo.
- ¿Qué te pasa Gabriel? - dijo escupiendo sangre. - Fuiste tú quien la trajo hasta aquí. - Cómo podía ser que esté maldito tratara de culparme.
- Pero yo no la voy a violar. - me balance sobre él empujando y estrellando su cuerpo contra un espejo, lo seguí golpeando y golpeando cuando escuché una voz débil.
- Gabriel....Detente...- Venía de Sirene, aún estaba viva, muy débil pero viva, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, Izar estaba todo golpeado, lleno de sangre que le corría por la nariz y la boca, vi mis manos que estaban llenas de sangre de su cara.
-Te dejaré vivir. - tomé un jarrón que estaba ahí y se lo estrellé en la cabeza.
Acto seguido fui hasta la cama para revisar el estado de Sirene, estaba muy delgada, su piel era pálida y los moretones eran tan grandes, acerqué mi oído a su corazón para escuchar si aún latía, sus latidos eran muy suaves, no podíamos quedarnos más tiempo aquí, la luna estaría pronto en el punto que le había indicado a Rea.
- Tranquila te sacaré de aquí. - Me saqué la capa y se la coloqué, no había tiempo para colocarle aquel vestido fino que alguna vez llevaba puesto, la tomé entre mis brazos y salí corriendo.
Esperaba que Izar nos despertara pronto, seguramente con la golpiza que le di eso era probable y a lo lejos pude ver a Rea haciendo la señal con la linterna, estuve tan feliz que corrí más rápido.
- Por los dioses que le pasó a Su Majestad. - exclamó Rea cuando llegué y coloqué suavemente a Sirene entre la paja, tapándola con la capa.
- Estará bien no te preocupes. - la tranquilice. - Pero tenemos que salir de aquí rápidamente. - dime la linterna. - ¿Recuerdas la otra parte del plan?
- Sí - aseguro.
- ¿Esparciste la paja?
- Sí, pero ¿Estás seguro? no nos meteremos en los problemas.
- No podía mentirle
- Ya tenemos suficientes problemas. - fue todo lo que dije. - Tienes que estar con su Majestad y trata de darle esto. - le di el pequeño frasco con el líquido violeta que me había dado Rubí tiempo atrás. - Espera aquí.
Sé que esto va en contra de mis principios, pero tomé la lámpara y la estrellé contra la paja seca que Rea tiro por todo el bosque, también estaba aprovechando el hecho de que el verano había sacado gran parte de este lugar, así al menos nuestras huellas se borrarían.
Corrí y me subí a la carreta donde tira las riendas, galope lo más rápido que pude entre el bosque tenía que evitar el camino tradicional o sabría dónde buscarnos, el camino está lleno de piedras, Pero no podíamos ir más lento, cuando estábamos un poco más alejados del bosque que ahora había quemado, escuché a Rea quien estaba gritándome.
- No despierta. - decía llorando. - tampoco bebe la medicina ¿Qué hago? se va a morir.
- No va a morir solo mantente con ella. - seguí cabalgando y cabalgando, el camino era muy agitado, temía que afectará la condición de Sirene pero no tenía otra opción, pronto se darían cuenta del incendio, teníamos que estar lo más lejos posible.
Después de un rato cada vez el incendio se iba haciendo más y más pequeño, por lo cual deduje que ya estábamos muy lejos cerca de la torre blanca, pare un rato la carreta, bajé para ver la condición de Sirene, vi como Rea lloraba por el hecho de que no podía darle la medicina.
- Perdón.
- No es tu culpa. - dije secándome una lágrima con el pulgar. - está muy débil apenas respira. - eso era un milagro. - No te preocupes, ella estará bien.
Pero si no tomaba la medicina lo más probable era que moriría, no había otra opción, no era la opción que más me gustaba, abrí la pequeña botella y tomé el contenido, pero no lo tragué, me acerqué, tomé la cabeza de Sirene para acercarme a su boca, juntándola con la mía, para pasarle todo el líquido, pude sentir como tragaba lentamente.
Sentí como la pequeña Rea se quedó sorprendida y sonrojada por lo que estaba viendo.
- Está viva. - exclamó y yo sólo levanté la mano para que no vaya a gritar, no podíamos llamar la atención, cuando ya todo el contenido había dejado mi boca separé mis labios y con mi pulgar limpié las gotas que se habían derramado por sus labios, estábamos bajo la luz de la luna, podía ver su rostro demacrado, tan destruida, me sentí tan culpable que tuve que hacer un esfuerzo para no echarme a llorar.
- Eso nos dará tiempo hasta llegar a la zona roja. - dije. - ahí nos ayudarán a tratarla.
La acomodé de nuevo entre la paja, ahora teníamos que ocultar nuestra identidad por completo.
Por suerte me había puesto una ropa vieja y holgada lo cual me daba la apariencia de ser otra persona, saqué de bolsa de cuero con un frasco de polvo negro que se usaba para cambiar tu identidad, era el mismo que Sirene uso en muchas ocasiones. Lo abrí y coloqué un poco en la mano de Rea.
- Bien ahora cómelo. - órdenes.
- No esa cosa sabe horrible. - se quejó como la niña que era.
- Oye si no hacemos esto nos mataron a los tres. - fue todo lo que le dije y está lo trago haciendo una cara de asco.
Respire profundo y yo también lo trague, es cierto que este polvo sabe horrible, como fruta podrida, pero al menos así ocultaremos nuestra identidad, pronto de pronto vi como el color de los ojos y cabello habían cambiado, ya no era rubio ahora era negro azabache y sus ojos habían pasado de ser color ámbar hacer color negro, también su piel se había bronceado un poco ya no parecía la pequeña niña que saqué del burdel.
- ¿Cómo me veo? - pregunto.
- Como otra persona.
- ¿Pero sigo siendo bonita?
- Sí sigues siendo una niña muy linda. - fue todo lo que le dije - ¿y yo?
- Tu cabello se volvió afro. - dijo no podía ver mi apariencia, pero mientras no pareciera otra persona era más que suficiente, tomé otra capa de cuero que tenía oculta, me la coloqué, luego de un último vistazo de que Sirene esté bien y tapé con paja.
Es una pequeña casita con paja para ocultarla.
- Recuerda. - me giré para ver a Rea - si alguien pregunta mi nombre no es Gabriel y tu nombre no es Rea, mi nombre ahora será. - me quede pensando un rato, no había pensado en un nombre- Eskol y tu nombre será Kira.
- Qué feo nombre. - dijo Rea.
- Lo sé, pero no los usaremos mucho tiempo. - le di una capa. - ¿Estás lista? - ella sintió, acomode a Sirene una última vez antes de ponernos en marcha, vi que quería decir algo me acerqué mi oído a su boca para escuchar mejor y solo escuché que susurró.
- Eres patético.
Bueno el hecho de que me pueda insultar, quiere decir que mejoraría pronto, tapé bien la paja para que no se vea que hay una persona ahí, me subí a la carreta, escuché un relincho de Suzu en forma de protesta y nos encaminamos hacia la zona roja.
Ahora solo quedaba esperar que estos tres días de camino nadie nos vaya a encontrar, creo que acabo de iniciar una guerra.
Tal vez todo esto se pudo haber evitado de algún modo, me gustaría volver a ese día, para negarme a cumplir con esa orden por una tonta recompensa.
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