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Isabela Arriaga se ve atrapada en un matrimonio de conveniencia con Leonardo Arriaga, un hombre que la ve como una mera obligación, sin amor ni compasión. Casada por contrato, su vida se ve opacada por la presencia de Camila, la mejor amiga de su esposo, quien manipula y se burla de ella a cada paso. Mientras Isabela lucha por encontrar su lugar en una mansión que se siente más una prisión que un hogar, su marido sigue enamorado de la villana que la ha arrebatado no solo su afecto, sino también su dignidad. El tormento emocional de Isabela se ve acentuado cuando se da cuenta de que Leonardo la desprecia y prefiere a Camila. A pesar de su dulzura y sumisión, Isabela no es ajena a la frustración que crece en su corazón, mientras lucha por mantener la calma ante la manipulación constante. En una inesperada muestra de valentía, comienza a desafiar las reglas del juego, buscando ser más que la sombra que Leonardo ha creado a su alrededor. A medida que los celos y la posesividad de Leonardo salen a la luz, Isabela se enfrenta a la difícil decisión de vivir como una prisionera emocional o tomar las riendas de su vida. Pero, ¿es posible que el hombre que la desprecia también pueda amarla algún día? En un enredo de engaños, traiciones y manipulación, Isabela debe encontrar su propia voz antes de que su alma se pierda para siempre.
La imponente iglesia estaba decorada con ramos de rosas blancas y candelabros que iluminaban el altar con un brillo dorado. Isabela Montiel, con un vestido de encaje perlado y un velo que parecía flotar a su alrededor, temblaba ligeramente mientras esperaba frente al sacerdote. Sus manos estaban heladas, aunque trataba de mantenerse firme. Ese día debía ser el inicio de un nuevo capítulo en su vida, uno lleno de amor, o al menos eso quería creer.
Leonardo Arriaga, por otro lado, estaba rígido y ausente. Vestía un impecable traje negro que resaltaba su porte elegante, pero su expresión era fría. Sus ojos no se fijaban en la mujer que estaba a punto de convertirse en su esposa, sino que buscaban a alguien más entre los invitados: Camila Beltrán.
Camila, sentada en una de las primeras filas, le sonrió con esa mezcla de ternura y complicidad que solo ella sabía usar. Era la única capaz de romper la fachada impenetrable de Leonardo. Él le devolvió la mirada por un segundo, como si estuviera prometiéndole en silencio que este matrimonio no significaba nada.
El sacerdote comenzó la ceremonia, pero las palabras resonaban vacías en los oídos de Leonardo. Para Isabela, sin embargo, cada frase era un anhelo, una promesa de un futuro que deseaba construir. Cuando llegó el momento de los votos, Leonardo los pronunció con una indiferencia que hizo que Camila su amada sonriera triunfante.
Después de la ceremonia, en la recepción, Isabela intentó acercarse a su nuevo esposo.
-Leonardo, ¿te gustaría bailar? -preguntó tímidamente, con una sonrisa cálida que apenas ocultaba su nerviosismo.
Leonardo, con una copa de champán en la mano, ni siquiera volteó a verla.
-No tengo tiempo para esto, Isabela. Haz lo que quieras, pero no esperes que juegue el papel de esposo enamorado y lo sabes perfectamente, esto es una maldita obligación y lo sabes.
El corazón de Isabela se encogió, pero asintió en silencio. Se repitió a sí misma que solo era el inicio y que, con paciencia, podría derribar los muros que Leonardo había construido a su alrededor.
Mientras tanto, Camila aprovechó la oportunidad para acercarse a Leonardo.
-Es un desperdicio verte al lado de ella, Leo -dijo, colocando una mano en su brazo con delicadeza. Su voz era un susurro que solo él podía escuchar-. Tú y yo sabemos que ella no pertenece a tu mundo - la mujer se volvió muy coqueta.
Leonardo la miró con intensidad.
-Este matrimonio es solo un acuerdo. Nada más, no importa como ella se vea si es o no para este mundo no tiene nada que ver conmigo.
Camila sonrió, satisfecha con su respuesta. En su mente, ya había ganado, Leonardo Arriaga era suyo y ahora solo tenía una misión y era acabar con el matrimonio y que ella se convierta en la Señora Arriaga y destruir a Isabela Montiel. Camila se mostraba arrogante y todos en la Ceremonia querían acercarse a ella ya que saben que es la mujer adorada en el corazón de Leonardo Arriaga.
Rachel pensaba que con su devoción conquistaría a Brian algún día, pero se dio cuenta de que se había equivocado cuando su verdadero amor regresó. Rachel lo había soportado todo, desde quedarse sola en el altar hasta recibir un tratamiento de urgencia sin su presencia. Todos pensaban que estaba loca por renunciar a tanto de sí misma por alguien que no correspondía a sus sentimientos. Pero cuando Brian recibió la noticia de la enfermedad terminal de Rachel y se dio cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida, se derrumbó por completo. "¡No te permito que mueras!". Rachel se limitó a sonreír. Ya no necesitaba a ese hombre. "Por fin seré libre".
Pensé que mi matrimonio podría seguir adelante. El amor platónico también era amor, ¿sí? Pero, estaba totalmente equivocada. Resultó que mi marido no tenía nada malo de cuerpo, todo esto solo porque no fui de su gusto. Conmigo, era un hombre anormal en la cama. Pero con mi madre, ¡podría hacer todo lo que ella deseaba! Y el día, ¡los encontré en la cama juntos! Sin querer afrontar a ellos, decidí saltar del puente. Pero un desconocido me impidió, y me ofreció una propuesta especial. Y yo la acepté, y le entregó mi primera vez por capricho. Después de una noche loca, hui de su casa pensando que nunca volvería a encontrarnos. Luego fui a la fiesta de compromiso de mi tía, y ella hizo alarde de su fiancé frente a mí. Pero este era el mismo desconocido que pasó la noche conmigo. ¡¿Y él pronto sería mi tío político?!
Después de que Ellie recuperara su verdadera identidad, se encontró en un inesperado matrimonio con el Sr. Thorpe, un hombre lisiado que era despreciado por todos. Su exnovio infiel aguardaba su arrepentimiento, mientras los demás la miraban con sorna. Sin embargo, para Ellie, su aclamado bar no era más que un proyecto secundario. Su vasta colección de joyas parecía trivial. Los mejores diseñadores estaban a su disposición. Poseía autos de lujo, grandes mansiones e incluso islas privadas. Tenía el poder de ganar prestigiosos premios y vengarse de su infiel ex y de la amante descarada de este. No obstante, para los extraños, su vida parecía aburrida, ensombrecida por la discapacidad de su marido. Un día, el Sr. Thorpe se levantó de su silla de ruedas, incapaz de mantener la fachada por más tiempo. "Ya no puedo seguir fingiendo. Mi mujer es demasiado extraordinaria", declaró. Ellie, con las manos en la cintura y los dientes apretados, se enfrentó a él: "¿Y el divorcio que prometiste?". Tocándole suavemente el vientre ligeramente abultado, el Sr. Thorpe respondió en voz baja: "¡En tus sueños!".
El día de su boda, Khloe fue inculpada de un delito que no había cometido por su hermana y su novio. Fue condenada a tres años de prisión, donde soportó mucho sufrimiento. Cuando finalmente liberaron a Khloe, su malvada hermana utilizó a su madre para obligarla a mantener una relación indecente con un anciano. El destino quiso que Khloe se cruzara en su camino con Henrik, un elegante y despiadado mafioso, así cambió el curso de su vida. A pesar de su frialdad, Henrik quería a Khloe como nadie. La ayudó a vengarse de sus enemigos y evitó que volviera a sufrir acoso.
Madison siempre había creído que se casaría con Colten. Pasó su juventud admirándolo, soñando con su futura vida juntos. Pero Colten siempre le fue indiferente, y cuando la abandonó en el momento en que más lo necesitaba, por fin se dio cuenta de que él nunca la había amado. Con la determinación de empezar de nueno y sed de venganza, Madison se marchó. Tenía por delante un sinfín de posibilidades, pero Colten ya no formaba parte de su vida. El hombre, por su parte, corrió a buscarla presa del pánico al darse cuenta de ello. "Madison, por favor, vuelve conmigo. Te lo daré todo". Sin embargo, fue su poderoso tío quien abrió la puerta y le dijo: "Ella es mi mujer ahora".
Cheryl, una huérfana ordinaria, logró casarse con el hombre más poderoso de la ciudad. Era perfecto en todos los sentidos, excepto en una cosa: no le gustaba ella. Tres años después de su matrimonio, finalmente quedó embarazada, en el mismo día en que su esposo le entregó los papeles de divorcio. Parecía que se había enamorado de otra mujer, y por alguna razón que ella desconocía, él creía que ella también se había encaprichado de otro hombre. Justo cuando ella pensaba que su relación estaba llegando a su fin, él no quería que se fuera. La mujer ya estaba dispuesta a renunciar, pero él le confesó su amor. ¿Qué iba a hacer Cheryl en esta maraña del amor y del odio, mientras estaba embarazada?