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Historia

Capítulo 2 1

Palabras:2446    |    Actualizado en: 06/02/2023

er un hijo..

uyo objetivo primordial es tener un bebé, que siente desde su más

n las pocas ocasiones en las que el tema de la maternidad ha surgido, la mayoría de veces con Pedro, siempre he pensado más en los motivos para no tener hijos... ¿Sería una buena madre? -siendo la pregunta más bi

s con pautas, rituales de pre-apareamiento y post coito- fue más bien algo progresivo, como las visitas sucesivas de un galán a casa de su amada, con flores, chocolates, cumplidos y promesas. Quieres a la persona con la que llevas ya años compartiendo tu vida, y te preguntas si ese amor podría llegar a un nivel aún s

a, para qué mentir- del hecho de ser padres: «Es lo más grande que nos ha pasado. Es duro

idas, pasas del más puro egocentrismo y pragmatismo, dejando a un lado los p

mos a tene

tan esperado después de ser un trabajador constante y responsable. ¿Cómo podría ser de otra forma? Te encuentras de repente volviendo a hacer el amor con tu pareja como a los inicios, no porque de repente hayas recobrado la pasión de antaño -me gusta pensar que no se ha perdido, sencillamente ha sido matizada e incluso reforzada-, sino porque la ilusión de estar participando en algo que crees superior, casi divi

o cabrearte contigo misma por haberte pasado con la cena y el vino de las noches anteriores, para justo después sentirte ilusionada porque eso no tenga nada que ver con las proteínas y el alcohol, pero en cambio prometiéndote que en los días siguientes vas a moderar seriamente el consumo de drogas dulces como el c

ros cubos que llenar. Pero no llega. Se hace esperar. Se hace desear. Le intentamos quitar hierro el asunto. Total, «los primeros meses son como un pre-calentamiento», «nada serio», «no hay de qué preocuparse»... Todas las grandes sesiones de de

es, porque ya sólo ves ese aspecto de ellos. No son personas, no son parejas. ¡SON PADRES! Y muchos, desde su dilatada experiencia

ías previos a la ovulación, basta» -consejo femenino, enfocado clar

iato» -consejo femenino, dado en su mayoría por mujeres que han llegado a un nivel de intim

meses intentándolo sin éxito y fue comprarlos y al mes siguiente: ¡DIANA!

es» -consejo masculino, guiado clarísimamente por "el fin justifica l

al fin y al cabo, si a otros les ha funcionado, ¿por qué a nosotros no? Me pongo a calcular días fértiles, me compro tests de ovulación, y hasta h

mi madre lo celebró como algo importante, un hito vital. Me había convertido en una mujer, y podría convertirme en madre. Nunca pensé que podría sentir tanta tristeza y tantísimo vacío, sentada sobre la taza del váter, notando como mis posibilidades de ser madre se escurrían lentament

ginal. ¡Cómo te odio! Si tengo una h

estresantes -«Métro-boulot-dodo», me dice. «Ya verás cómo en cuanto dejemos de pensar en ello nos llega. Después de todo, sólo llevamos...» casi un año intentándolo-. Esa temida referencia temporal a la que mi ginecólogo aludió durante mi última revisión... sí, esa en la que llen

-

or otra, supongo que como en todas las cosas y para todo el mundo, porque quería superarle en lo poco que pudiese. Recién estrenada la veintena, me proyectaba al futu

te anhelo no fructific

... pero el momento no llegaba. Primero era su juventud; posteriormente, la estabilidad laboral y ec

a manera casual y apresurándonos en confirmar que no incomodábamos al otro; más tarde hablando de un futuro más tangible, aunque todavía indefinido. Y llegó el día en el que nos miramos y, con una de esas miradas qu

e ese verano y si le valdrá al siguiente -o tal vez vaya muy bien y haya que ser precavidos con la de invierno-. Esa habitación que tienes

mente la relación, perdiéndote en miradas cómplices, en promesas no pronunciadas, en futuro

ilical. En esa fase, la paternidad es romántica y ha de ser simplemente el fruto del amor y resultado de la segunda luna de miel en la que has entrado de lleno. Ahora lo miro con perspectiva, aún sin un hijo en brazos, y me parece un planteamiento egoísta, porque "quiero" tener un hijo, sin pararme a preguntar qué podrá querer él o ella el día de mañana. Nosotros "queremos" nuestro bebé y cuando nazca, como tantos otros bebé

que nuestros sueños serán postergados, al menos, un mes más. Los primeros meses se encuentran excusas perfectamente válidas, como viajes de trabajo en los días fértiles o bien situaciones de estrés. Pero cuando la suma de todas esas decepciones llega a 9 meses es complicado no preguntarse si todo va bien. Empieza por una pregunta inocente, por una sensata idea de acudir al médico. Pero la angustia va creciendo porque pasa otro mes y no llega, de modo que, en mitad de un ataque de pánico, tras preguntarte si no estará nuestra ilusión construida sobre un frágil cristal que se desmoron

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