e confianza. Prometió que me conquistaría sin saber que desde ya estoy enamorada de él. Aunque sé que me vuelve loca dec
cer para no lanzarme sobre el y besarlo hasta que pierda el aliento. Desde que lo vi he estado utilizando toda mi fue
erdad es que no solo quería retocar mi maquillaje, también necesitaba tomarme un momento para respirar y tranquilizar mi corazón porque si por el fuera ya hace rato que habría cruzado la pequeñ
ía conocido, todo en él era totalmente perfecto. En el momento en que pudo notar mi presencia, me miró con esa dulce mirada que me encanta y me brindó esa sonrisa que me hipnotiza, tuve que utilizar todo mi esfuerzo para no caer rendida a sus pies, me vi obligada a disimular mi cara de borrego a medio morir par
d es que yo tenía un buen autocontrol, pero él no me la estaba poniendo nada fácil, cada vez que sentía su roce me bajaba la d
has tenido, todavía tú puedes soportar – me dije a mí misma en mis pensami
piloto para que yo entrara, una vez me acomodé el serró la puerta y luego se sentó en el asiento del conductor. Antes de poner el carro en marche me miró por unos segundo a
, aunque de vez en cuando tomaba mi mano para acariciarla dej
de repente fue el quien me pidió que lo invite a pasar. Sonreí en mi interior sintiendo
mi lado. Sentía la necesidad de seguir viéndolo, escuchándolo y r
mí y la verdad es que eso me hacía feliz, fue justo ese gesto lo que comenzó a provocar ese pequeño
y recogí todo mi cabello en una sola cola. Servi un par de copas de vino y salimos al balcón. Ya estaba lista pa
s los dos protagonistas los cuales estaban destinados a estar juntos para siempre. Sentía cada palabra de la canción como mariposas revoloteando sus alas en mi estómago. Joder ¿acaso podía
necesitaba saborear sus labios, pero justo en el momento que creí que lo haría se separó de mí y se alejó aun cantando aquella maravillosa canción. Me dejó deseándolo con toda la fu
e ir despacio para mostrarme la seriedad de sus intenciones. Si tan sólo supiera que la lentitud de sus pasos me estaba matando y que ya me tenía ar
ijamente a los ojos con una mirada profunda. De inmediato dejó de tocar la guitarra y la recostó de una columna sin dejar de mirarme. Ni siquiera tengo palabras para
izara a con su rose. Me acerqué más a él para darle la libertad de besarme porque en ese momento era lo que más deseaba. Mientras me mir
orarlo, pero fue completamente imposible, aparentemente quien esperaba detrás de la puerta tenía urgencia. Aun no podía cree
ar que Daniel también estaba sintiendo lo mismo. Jamás iba a perdonar al intruso que me sacó de la bur
mente rápida, pues quería volver a mi burbuja do