an so
nsformar ese armario del otro lado de la esquina en mi camarote. Si gritaras así y
año que no te
rodilló a sus pies y tocó
una mentira peligr
ién le toc
oy mi palabra. No
es saberlo. T
Vol
, tenemos q
vió a lev
a vol
Bobb
bello era rojo, y le caía sobre la espalda en rizos suaves que brillaban al resplandor de la lámpara. Sabía que, sin su disfraz, parecía casi frágil y etérea. Conoc
ese su aspecto en plena noche, la determinación implacable con que persn. Ahora, mi querido primo, los
iendo que
amargura. Bobbie le
tendrá q
que corres dema
amente vacío. Era una estancia de madera de metro y medio por metro y medio, pero había en ella dos ventanucos horizontales, quizá de veinticinco centímetros de largo por siete de alto, y Logan permanecía escuchando junto a ellos constantemente, prestando atención a cuantas conversaciones de la tri
o que podía haber recibido. No lo habían azotado con el látigo, no lo mataban de hambre ni habían
con un cerrojo macizo. La tripulación era diligente y no se arriesgaba. Varios hombres armados se apostaban en la puerta cada vez que le llevaban la comida. Pasaba horas batié
silencio. Y las voces que oía pertenecían a Robert el Rojo
é es la vida,
tenido un plan, y ahora... aho
Nos jugamos la vida cada mañana
capar un suspir
erte quedado con
berlos matad
N
un si
o muy bueno, y lo
itamos ot
esitábamos un
bia su pr
s a alguien dispuesto
obando a los antiguos, c
ndan con
pero eso no significa que no haya nadie que
soltó un
lto loco cuan
os hecho n
has dejado sin nada. Ni un libro. Nada. Ni
a un hombre y pu
o el ca
fuer
iado f
Robert e
a trab
ar. Matar a alg
o har
Bre