a Herr
onumento a la ruina. Caminé por las habitaciones polvorientas, cada sombra guardando un recuerdo, cada espacio vacío un eco de risas y vida. El estudio de mi padre, donde el olor a pintu
extrañaba desesperadamente. Su sillón favorito, desgastado por años de contemplación. Sus gafas, d
culto. Dentro, entre viejas cartas y flores secas, había una pequeña caja de madera cerrada con llave. La curiosidad luchaba con el pavo
ones financieras, escrituras de tierras y transferencias de propiedad relacionadas con la galería. Fechas. Nombres. Firmas. Pintaban un cuadro devastador: una campaña sistemática y deliberada para socavar el negocio de mi padre, para
stado. Mi suegra, la madre de Alejandro, había planeado meticulosamente la caída de mi familia. El matrimonio
dolor crudo. Esto ya no se trataba solo de la crueldad de A
ex detective del que había oído hablar bien, dándole los documentos
una llamada frenéti
nca Herrera inmediatamente. La están demoliend
infancia. No. Eso no. Agarré mis llaves, mi cuerpo moviéndose
s tuvieron su recepción de bodas. El estudio bañado por el sol donde mi padre había pintado sus obras maestras. Los rincones secretos donde me escond
el cielo. Las grúas roían la elegante fachada de piedr
de la cinta amarilla, ignorando los gritos de los trab
. Me miró, un destello de sorpresa, luego algo parecido a
stás haciendo aqu
ieres hablar de peligroso, Alejandro? Destruyes vidas
umentos, arruga
familia? ¿El matrimonio forzado? ¿Fue todo parte del gran plan para derrib
uego a mí, su rostr
ra Eva. Quería un nuevo comienzo, un lienzo en blanco par
ente la mans
onstruiré una nueva galería, una mejor, cuando
pura audacia, e
a con un 'memorial'? ¿Crees que puedes reemplazar una vida
les, esparcién
a sola piedra de tus
de Alejandro, un delicado
ejo. El sentimentalismo es tan... pasado de moda. Alejandro te está ofreci
uno de los opera
dos! ¡Sigan! ¡Tenemos u
molición balanceándose hacia la última ala i
elante, desesperada por detenerlo,
una obra maestra diseñada por mi bisabuela, se hizo añicos en un millón de fragmentos brillantes. La pared se derrumbó, r
ia, me volví hacia Eva. Con una fuerza nacida de la pura furia, me l
sin alma! ¡Destrui
o se cerró alrededor de mi garganta, sus ojo
te atrevas
levantándome del suelo. Mi
da, me había golpeado. La sangre floreció rápidamente en mi camisa. Pero Alejandro no
ro... de
perado, apenas audible. La o

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