ones. No se suponía que esto fuera así. No debería estar aquí.
en la que Cristian me trajo. Estaba estrictamente prohibido y bien protegido por una razón. El segundo piso era donde se realizaban todas las reunion
ferente personal de atención. Era como
-se rio Esperanza y acaric
ontrolarme. No sabía si estaba asustada porque estaba a punto de ver al mismo hombre que había intentado evitar co
que bailar ni hacer nada de eso. Es tan simple como eso -intentó
de la habitación. Cuando alguien dice o hace algo inap
e la habitación». Esa frase me resultaba familiar. Y con
sabía que, si hacía un mal movimiento, tiraba una bebida o hacía cualquier cosa remotamente es
mos que hacer mucho. Solo respira y
lir mal. Todo lo que tenía que hac
vancen -dijo de r
En lugar de verlo a los ojos, mi mirada se plantó en
un arma. Sabía en lo
tar abajo? -preguntó y dio u
era su trabajo vigilar a todas las chicas. O quizá sabía quién era porque siempre se mantenía a
je apenas en
nrisa y colocó su mano
Estoy aquí para protegerte -di
ra calmarme, pero eso
amas P
, Víctor y Jorge, entrar al salón y dirigirse hacia la gran mesa. Por suerte, todavía estábamos de
s suplicantes, como si estuvier
pero aun así te trajo hasta aquí... No entiendo la razón, especialmente
o por qué Lucas les había dado esas instrucciones. Sin embargo, antes de que
momento. Fue Víctor quien se
iendo entre dientes mientras me mi
rabajar, señoritas -gritó un hom
né después de las otras chicas y seguí su ejemplo. No tenía instrucci
speranza al oído y me detuvo con la ma
postura, intentando mantener el equilibrio
a Cristian entrar al último. A su lado estaba Marcos, quien siempre permanec
ersona cálida que siempre sonreía a todos los que pasaban p
cio. Incluso si no supiera quién era, habría adivinado qué tipo de estatus tenía solo por su presenci
e aceitunada. Su perfecto cabello castaño oscuro combinaba con sus cejas gruesas y pe
urró Esperanza en mi oído, lo que me
pensando? ¿Me vi
r que un chico de veintitrés años dirija una reunión de negocios -dijo uno de los hombres riendo y codeó a lo
ado cuenta el día en que me había dominado en el escritorio de su
blaban entusiasmadas de él. Todos lo miraron esperando conocer su rea
dirijo las reuniones de negocios -dijo so
í que los ignoré mientras me preguntaba cuánto más esperaban que so
rle atención a Cristian, pero era difícil de log
quilibrar la bandeja mientras intentaba prestar atención a cualquier cosa. Durante los
Esperanza en mi oído par
la era para quedarme quieta. Era
rdenó de repente Jorge, dirigiéndonos c
mí, me dio un pequeño empujón pa
Eres la que tiene l
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