ista de An
e fresco, no solo para Carlos, sino para mí. El aire se volvía denso con su paranoia, sus c
os, blancos contra el volante, eran la únic
o, su voz tensa-. Est
irracional después de lo que hiciste? ¿Después de lo que ella hi
ncio desde el asiento del copiloto, finalm
a mala noche. Tal vez deberías llamarla c
a, su irritación claramente desbordándose. Sin otra palabra, arrebató el teléfono de la conso
asiento-. Gracias por el aventón, Carlos, pero creo que pediré mi propio Uber desde aquí. Esto parece una conversaci
. Carlos permaneció en silencio, su
reció, su voz desprovista d
n taxi. Preferimos no quedar atrapadas en medio de tus di
repentinamente urgente-. Andrea,
pausa, luego su
¿qué quie
ste hombre como fuera posible. Pero otra parte, la parte terca y resiliente,
voz apenas un susurro
te: "No te atrevas a caer en sus mentiras". Pero
tor. El silencio repentino fue ensordecedor. S
o que Brenda acaba de decir... ella no está bien. Los
burló d
tima, ¿no? Justo como hace cinco años, cuando e
ido. Cerró los ojos por un momento, una ola de
a, tú lo sabes. Estabas tan enojada, te lanzaste contra
un sabor amargo
angrar, mientras la consolabas a ella. Dejaste que tu asistente, la mujer con la
, su voz elevándose-. ¡No sabí
ngre. La forma en que el doctor me miró, diciéndome que no había nada que pudieran hacer. M
fuerte. Sus ojos estaban húmedos,
tienes que r
a inquebrantable-. Después de que perdí al bebé, te dije que quería el divorcio. No podía mirarte, no podía r
mano por el cabello-. ¡Estaba horror
a nuestro departamento. Nuestro hogar. Dormía en nuestra cama, usaba mi ropa, desfilaba como si fuera la dueña del
estos años. Ese día, había entrado a mi casa, el aroma de su perfume impregnando ca
mi voz cruda de dolor y rab
una mirada condescendiente
a sigue siendo tu casa? Carlos me mud
a. Pero ella fue más rápida. Se hizo a un lado, y tropecé, perdiendo el equilibrio. Su mano salió disparada, empujándome fuerte
tó a mi bebé. Esa fue la c
e vio en el suelo, aturdida, y a Brenda parada sobre mí, luc
voz fría, desprovista de cualquier preocup
cir, con lágrimas corriendo por m
rado, su voz plana-. Querías el divorc
hecho un millón de pedazos, lo supe. No había vuelta atrás. No quedaba ningún "nosotros". T
A la habitación donde perdí a nuestro bebé. Solo me senté allí. Y lloré hasta que no quedaron más lá
o gutural bajo en su garganta. Alcanzó
, por f
voz ganando fuerza-. No tie
ue sonaba como angustia genuina-. Sé que te la
ra, era solo un extraño rogando por una segunda oportunidad que no merecí
arlos -dije, mi voz tranquila, resuelt
quebrándose-. Brenda es... ella no es tú. Es parano
s de la ciudad que pasaban. Su miseria no era m
, su voz suave, recordando mi declaración anterio
de ese siguiente recue
. Descubrieron que estaba tratando de dejarlo. -La siguiente parte, el verdader

GOOGLE PLAY