l amanecer pintaba el cielo de un púrpura amoratado. Hoy. El día de la Gran Ceremonia de Sanació
as. No me había dado cuenta de cuánta sangre había perdido, cuánta se había filtr
le que a menudo me pasaba comida extra cuando Damián no miraba. Sus ojos se abrieron de par en par,
su voz temblorosa-. Su vestido
ca figura irrumpió a su lado. Era Clara. Mi pequeña, con el rostro s
avor, vámonos! ¡Huyamos! ¡Ya no quiero estar aquí! ¡No
u intacto por esta oscuridad. Todavía luchaba. Pero yo
-susurré, mi voz áspera por la emoción-. Es demasi
, sus ojos brillando con una esperanza desesperada-. ¡Podemo
os. Julián. Mi mentor, mi roca
lor en mis manos-. Escucha a mami. Tienes q
confiar para protegerla, para darle un futuro. Tenía que
su joven mente-. Cuando seas mayor, quiero que lo observes. Observa a Damián. Observa lo que
ue lo recordaría. Era perceptiva, inteligente.
hermosa y brillante Clara, estaría a salvo. Me aseguraría de que recibiera lo que era suyo por der
endo silenciosamente por sus mejillas. Clara se aferró a mí, pero la apartaron suavemente, prometié
r masivo y circular, construido toscamente con madera en bruto y cubierto con telas oscuras, dominaba el centro de la habitaci
sto no era solo simbólico. Es
eciente, lejos de ser una mujer moribunda. Su mano estaba entrelazada con la de él, sus dedos unidos
funcionará? -preguntó Francesca, su v
arás completamente curada. Vivirás una vida larga y hermosa conmigo. Te lo prome
tú, mi amor. Te asegurarás de que nadie vuelva a las
tensidad feroz y posesiva-. Eres mía. Y quemaré e
us hombres. -Coló
a, mi cabeza descansando sobre un bloque de piedra. Mis ojos recorrieron los rostros en la habitació
votos que intercambiamos. "Para tenerte y protegerte, desde este día en adelante, en lo bueno y en lo malo, en l
tos eran polvo. Había roto cada uno de ellos. Y en este momento, mirándolo, un destello de algo nuevo se encendió dentro

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