/0/21045/coverbig.jpg?v=02fe527a661006b5f37ed993d81b36c0)
as, la escritora fantasma de su éxito. Lo sacrifiqué todo por él, solo para ser des
de las cenizas y final
ó. Vio a mi hija de cinco años, Mía, y una obsesión aterradora se encend
stró, atrayéndome a una bodega aban
eres volver a ve
n hospital mientras perdía a nuestro último hi
nuestra "familia" de nuevo, a
tió un er
n averiguar quién
ítu
siete años, mi vida fue un eco distorsionado de esa creencia, estirada hasta el límite por las ambiciones de Ethan Rivas. Yo
eguir a Ethan como una sombra, siempre lista para escucharlo, ofrecer una sugerencia o simplemente estar ahí. Veían al Ethan público: el carismático y brillante fundador de
al verdad
ecreto era un testimonio de nuestro vínculo único e inquebrantable, una confianza sagrada que nos distinguía del mundo superficial de la exhibición pública. Me dijo que nuestro
arquitecta de sus primeras campañas, la escritora fantasma de sus elocuentes discursos, la fuerza silenciosa detrás de su ascenso meteórico. Mientra
cargada de nostalgia y un toque de sorpr
ndo mi sencillo vestido negro y mis modestos aretes de perlas. Sabía lo que estaba buscando. El brillo.
, dije, mi voz más tranq
recuperarse rápidamente. "Quiero decir, ¡sigues guap
sa era una forma de decirlo. Rota hab
e una bandeja que pasaba. Las burbujas me hicieron cosquillas e
rro conspirador. "Está aquí, ¿sabes? Sigue soltero, según he oído. Ustede
. Sigue soltero. La ironía er
conversación. "Una empresa multimillonaria. Acaba de comprar esa mansión en
gué. Recuperar a mi hombre. No tenían ni idea. Nunca
e la entrada. Las conversaciones se apagaron, reemp
je oscuro, impecablemente cortado, que se ajustaba a sus anchos hombros, su cabello oscuro ingeniosamente despeinado. Era más alto, más corpulento, má
segundo. Su sonrisa vaciló. Sus ojos, una vez tan familiares, ahora tenían un d
el Mar Rojo. Se me hizo un nudo en la garganta. No se suponía que esto fuera así. Había
envió escalofríos por la espalda, no de placer, sino de u
ente yendo a mi pecho. "No", advertí, mi voz
ndíbula. Su fachada perfectamente compuesta se agrietó, so
e estrelló contra el suelo, esparciendo líquido dorado y fragmentos de cris
rtamudeó la joven mesera, comenzando
la fugaz herida. "Sigues siendo tan dramática, Alina", se burló, su voz apenas audible por
s dientes apretados. Di un paso deliberado hacia atrás, poniendo distancia entre n
, sus ojos eran pozos oscuros de algo ilegible. Pareció encogerse, solo infinitesimalmente, ba
licante. "Se está haciendo tarde. Y parece que va a llover". Señaló vagamente h
recordó todas las veces que había usado pretextos endebles similares para man
estido probablemente pegado a mí, no era atractiva. Pero la
e rotundamente. "P
me guardas rencor por el acuerdo? Podemos discutirlo. Todavía podría
e unos míseros pesos podían compensar el dolor de cinco abortos forzados? ¿Por las innumerables noches que lloré ha
alpicado el dobladillo cuando cayó la bandeja. Una molestia menor,
fuera sobre él. Recordé los autos perfectamente pulidos que solía conducir, un modelo diferente cada año, com
nes ahora, ¿recuerdas?", forcé una sonrisa que
ada. "Alina", dijo, su voz teñida de una extraña mezcla de preo
ulce, casi infantil,
golpe. No, no podía s
da sobre sus hombros. Llevaba un elegante vestido de negocios ajustado en un vibrante azul zafiro, acentuando su figura. Sus tacones resonaban con confian
la sala. "¿Quién es ella?". "¿No
dulce, la risita aguda, la forma en que se movía con una gracia casi deliberada. Lo re
tarla. Mi estómago rugía, una protesta patética. No había comido bien en todo el día, de
gerado que me crispó los nervios. Se apresuró hacia adelante, agarrando mi brazo. Su t
labios. "No esperaba verte aquí, Alina. Pensé que... habías seguido adel
mi brazo de su agarre. "Lo hice", d
ro de clase entrometido, intervino
o, acercándola. Su sonrisa regresó, amplia y radiante. "Todos", anunció,
tida. Finalmente lo estaba haciendo público. La mujer que había elegido sobre mí, la mujer
os conocidos. Mi corazón, que pensé que se había convertido en piedra hacía mucho tiempo, sintió una nueva y agonizante grieta. Todos mis sacrifici
os rodearon a Ethan y Jimena, ofreciendo sus buenos deseos, sus rostros radiantes. Jimena rio tontamente, apretándose contra Etha
uy emocionados. Tendremos una boda pequeña e íntima muy pronto, solo con familiares y amigos ce
éxito reflejado de Ethan. Contaba historias de su romance vertiginoso, su visión compartida, su química
sa triunfante en su rostro. "Sabes, Alina", dijo, su voz bajando a un susurro teatral, pero lo suficientemente alto como pa
pán, mi garganta en carne viva. El mundo pareció inc
a. Conocían mi historia con Ethan, o al menos, la versión pública. La
necesidad de ser tímida. Fue hace mucho tiempo, ¿verdad? ¡Y míranos ahora!". Hizo
o. "¡Oh, Jimena, no seas tonta! Alina siempre fue un
go se retiró rápidamente al lado de Ethan. "De todos modos, Alina, estoy segura de que estás encantada por nosotro
ués de siete años de mi vida, mi carrera, mi cuerpo. Después de ser s
vista, mis ojos clavándose en los de Ethan. Su rostro era una máscara de plácida indiferencia,
ción, ¿no es así?". Tomé un sorbo lento y deliberado de mi champán, saboreando las burbujas amargas. Mi mirada recorrió los rostros desconcertados de mis antiguos comp

GOOGLE PLAY