ía Vill
e Isabel era del tamaño
de cristal, enviando pequeños y agresivos arco
titud
en la espalda a Damián, mientras que mujeres con vestid
udad de México! -brindó alguien, su
con las manos fuertemente entrelazada
aba de t
ador esfuerzo de existir en
o, admirando el anillo, pavoneándose c
os me encontraro
zó hasta convertirs
uendo. La sala se silenció al instante-.
ro era impasible, una h
rió como el Mar Rojo, pero en lugar de asombro, su
uesto. La
bligando a mi voz a permanecer fir
extendiendo su mano de manicura p
o y discreto bolso de man
perlas. Eran simples, elegantes, y me habían costado tres meses
a caja. Ni siquie
ron inmediatamen
zón se
ía olv
, por ocultar los vendajes de mi bra
una cuerda de piedras de obsidian
olía pasar su pulgar sobre esas piedras. Solía contarla
.. estás aquí, S
án siguieron la
con
ció bajar diez grados, succio
arre era como un tornillo de banco, ap
gió. Su voz era baja, vibrand
ratando de retr
sa! -chil
ró el pecho, su rostro contorsionándos
or-. ¡Damián, esa es la pulsera que usaba cuando te
ala
. La herma
ró de Isa
a desgastada por mis dedos, que se ajustaba p
una la
os de asco-. ¿Nada es sagrado para ti? ¿Int
s palabras ahogándome-.
io un paso
plicación. No m
ceó s
el lado de mi cabeza c
atrás, el mundo gi
ncharon en el dobla
lándome directamente co
o se hiz
tras cientos de copas de crista
e cortaron los b
empapó mi cabello, picando
adeando por aire, sabore
Tenía una copa de vi
mó sobre
eando por mis mejillas como lágrimas fa
los ojos, parpadean
a neblina roj
í. No me estaba ayu
con una ternura frenética para asegurarse de que

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